Según reportes de Naciones Unidas hay 2,3 billones de niños en el mundo. Una cantidad significativa que representa el futuro de las naciones y debería ser el punto focal de trabajo de los gobiernos, con el fin de construir el tan anhelado y utópico sueño de construir un mundo mejor.
Sin embargo debido a los altos niveles de desigualdad global causados por problemas múltiples como la corrupción, la mala distribución de recursos, la falta de inversión en educación de calidad, y de apoyo a comunidades vulnerables, actualmente se cuenta con cifras desalentadoras de pobreza y afectación directa. Mientras que el planeta está en alerta ambiental por la contaminación y fuertes alteraciones en los ecosistemas naturales.
Terry Swearingen dijo que vivimos en la tierra como si tuviéramos otra a la que ir, una frase que ajustada a cualquier tiempo de la humanidad se conecta con la realidad. La economía, los intereses de privados especialmente monetarios han hecho que gran mayoría de seres humanos se desentiendan plenamente de su responsabilidad con el medio ambiente. Pero esto ocurre en gran parte porque se desconocen las consecuencias del daño ambiental. Y solo cuando se comprende que los glaciares se están derritiendo, que la fauna está en peligro, que el aire toxico y agua contaminada causa enfermedades letales, y que el calentamiento global está creciendo a velocidad no esperada. Entonces se toman medidas. Dicen popularmente que es mejor tarde que nunca, y definitivamente aún estamos a tiempo de actuar, concientizar y generar estrategias de acción efectivas que mitiguen los daños, para lo cual se requiere de la cooperación y asociatividad de todos los sectores políticos, sociales y económicos.
Supongo, queridos lectores, que les han dicho esto antes. Pero aun así seguimos repitiendo las prácticas diarias que alteran el medio de forma inconsciente, y quizás ya suena a cuento común aquello de proteger el medio. Sin embargo ¿no creen que quizás lo que hace falta es tomar un poco más de consciencia sobre la problemática y en especial como ha afectado a los niños globalmente?
Para dimensionar el problema imaginemos a un grupo de 10 niños menores de cinco años con enfermedades letales a causa de la contaminación ambiental, esperando ser atendidos en un hospital donde solo pueden aprobar el ingreso a tratamiento de dos niños debido al hacinamiento con otros 40 niños que han llegado con caso de malaria y dengue. Sin embargo muchos de ellos podrían no ser tratados a tiempo porque lamentablemente no se cuenta en el hospital con la cantidad de médicos necesaria para la atención ni con los recursos de inversión en medicinas de calidad. Porque quizás gran parte de los recursos han sido desviados por el fenómeno de la corrupción. Y ¿qué pasará con los otros 8 que no fueron atendidos? Deducible ¿verdad?
Por situaciones como las descritas una gran cantidad de niños en el mundo han perdido la vida, y sí imaginarnos esta mínima cantidad nos hace sentir impotencia y dolor, ¿qué tal si nos remitimos a cifrar reales? No son 10 niños que se reportan por muerte a causa de la contaminación del aire son, según estudios de Naciones Unidas, 661.000 menores de cinco años, y en escala de población total mundial se reportan 4,3 millones de muertes por año. Además no son 40 los niños que mueren por malaria y dengue, se reportan 15.000 muertes por dengue al año y dos terceras partes por malaria.
Como si fuera poco, las consecuencias para los niños por el daño al medio ambiente no radican solo en enfermedades, sino también en paupérrimas condiciones de vida. Por dar un ejemplo de los 160 millones de niños que viven en áreas con gravedad de sequía extremamente alta, 70 millones viven en países sin mejora de saneamiento, 60 millones en países con bajo acceso a agua potable. Además de que gran parte de ellos viven con menos 3 dólares por día.
Así que nos queda cuestionarnos sobre las posibilidades de fortalecer estrategias de resiliencia de los niños frente al cambio climático y promover su empoderamiento a través de educación. Para lo cual es relevante dejar de considerar a los niños no como victimas sino como agentes de cambio a quienes se debe educar integralmente. Promoviendo la articulación interinstitucional y fortaleciendo la gobernanza para el cumplimiento de lo estipulado en el artículo 6 de la convención marco de las Naciones Unidas para el Cambio climático sobre la realización de esfuerzo por el acceso a la información, sensibilización, educación, formación, participación y cooperación internacional frente al cambio climático. Así como también se resalta en el artículo 12 del acuerdo de París que las Partes deberán cooperar en la adopción de las medidas que correspondan para mejorar la educación, la formación, la sensibilización y participación del público y el acceso público a la información sobre el cambio climático, teniendo presente la importancia de estas medidas para mejorar la acción en el marco del acuerdo.
Adicional a la realización de actividades diarias que favorecen al medio ambiente, ¿estaremos dispuestos a promover la realización de iniciativas de formación como estrategia de resiliencia frente al cambio climático y empoderamiento de agentes de cambio?
Si no somos nosotros y ahora, entonces ¿quiénes y cuándo? No esperemos que las futuras generaciones vean el planeta destruido para tomar conciencia y querer actuar cuando ya sea demasiado tarde.