Es bastante interesante el fenómeno de Juan Pablo Gallo como alcalde de Pereira, porque su aceptación personal es muy alta en la percepción ciudadana, pero cuando se indaga por los problemas de la ciudad, estos afloran como por encanto.
La explicación a esta situación radica en el hecho de que Gallo dedicó todo el tiempo de su gobierno a mantenerse en plena acción política, o sea, en contacto directo con la gente, mostrándose cercano y atento, así como dispuesto a terminar obras viales inconclusas provenientes de alcaldías anteriores. Todo esto acompañado de una estructura comunicacional muy poderosa, en la cual invierte miles de millones de pesos del presupuesto cada año.
Sin embargo, los problemas más críticos de la ciudad siguen ahí presentes, sin solución. El primero de ellos es la inseguridad, que según cifras oficiales reveladas a comienzos de esta semana, demuestran que hubo un incremento del 18% de los homicidios en el primer semestre de 2019 frente a igual periodo de 2018. En delitos como el hurto y el atraco, el aumento fue del 10%.
Mientras se revelaron encuestas que hablan de cifras muy altas de la imagen del alcalde pereirano, que lo ponen como líder a nivel nacional, se denunció que varios colegios están funcionando a media marcha y se aplica en ellos el “pico y placa” para que los estudiantes puedan recibir clases uno o días a la semana, debido a que la Alcaldía no construyó las obras de infraestructura que se necesitan para su operación. Los estudiantes realizan permanentes marchas de protesta.
Las gentes de los barrios y veredas se quejan de que los centros de atención médica fueron cerrados en esta administración y que las citas se demoran meses en ser asignadas, sin que el alcalde tome decisiones al respecto, pero cuando preguntan por él, le dan calificaciones bastante aceptables.
Las encuestas también evidencian que el tema de la lucha contra la corrupción en la alcaldía de Pereira es una tarea incumplida; y a pesar de que Gallo Maya ha sido acusado de varios episodios de corrupción que están en investigación, los encuestados hablan bien de él.
La mayoría de barrios de la ciudad tienen sus calles completamente destruidas y enfrentan dificultades en la prestación de los servicios públicos, pero eso no es óbice para que sus habitantes destaquen la persona del alcalde de Pereira.
La mayor aceptación de Gallo se produce entre las comunidades de los estratos bajos, a pesar de que las cifras del DANE demuestran que en el último año la pobreza creció un 18% en Pereira y la miseria aumentó el 130%.
“El caso Gallo” vale la pena ser estudiado como un asunto de éxito personal, pero de fracaso gubernamental. Se podría decir, parafraseando a un antiguo líder gremial que “el alcalde va bien, pero la ciudad va mal”.