A propósito de las elecciones que se realizarán en el 2018. Quienes aspiramos a hacer política y hacerla bien, deberíamos plantearnos iniciar una tarea que conlleva todo un proceso que es el de transformar la cultura política de nuestra gente.
Ya lo dijo Sor Juana Inés de la Cruz, acá hay dos culpables. “El que peca por la paga y el que paga por pecar”. Es decir en nuestra actual situación de crisis institucional y enorme desprestigio de las actividades políticas las dos partes son culpables: el elegido y el elector.
Obviamente podríamos dedicar este espacio a hacer una lista extensa de los recursos que usan nuestros elegidos para hacerse elegir y de las prebendas que reciben quienes eligen y se dejan constreñir. Pero no, ese no es el objetivo.
Creo que los temas del camino fácil, del atajo y el individualismo van más allá de la política y los procesos electorales. Es común que los empleados de empresas públicas y privadas se lleven cosas para sus casas, que se haga copia en las universidades, que no se cumpla lo pactado, así como se llega a la compra de electores para ganar elecciones.
Quiero invitar a todos los candidatos al Congreso y la Presidencia a que iniciemos una transformación, que puede llevar mucho tiempo y esfuerzo, pero que es preciso iniciar. Comprometernos en una cruzada nacional para empezar por hacer un cambio cultural que nos lleve a ser una mejor sociedad y que esa mejor sociedad sea mejor gobernada.
Hay que invertir en educación sólo a través de ella podemos asegurar que las próximas generaciones, piensen, actúen y elijan distinto.
El cambio más próximo y al que reafirmo mi invitación es a participar, no dejar que los demás decidan por nosotros. La juventud es muy activa en redes sociales, a tal punto que la penetración de estas llega al 71%, somos buenos para criticar y crear memes, pero pésimos a la hora de votar. ¿Cómo es posible que la población entre los 26 y 40 años de edad sea la más insatisfecha, pero al tiempo la que mayor desinterés tiene en votar?
Las cosas deben cambiar y soy consciente que procesos de transformación cultural requieren décadas e incluso generaciones para que se lleven a cabo. Pero debemos dar el primer paso: actuemos, informémonos, busquemos la manera pacífica de cambiar la realidad que no nos gusta. Tratemos de elegir a los mejores con nuestra participación y nuestro voto.
Que los resultados de las elecciones de este año, cuenten con nuestro actuar, con nuestro decidir y no se conviertan en un simple proceso más. Los invito a dar el primer paso de una nueva cultura: votar