Incoherencia radical

Opinión Por

Tras su aparente ruptura con el gobierno, Vargas Lleras ha afirmado que “por encima de la lealtad con el Gobierno, está la lealtad con el país”. Suena bonito, sí. ¿Es un compromiso real? Es legítimo tener dudas al respecto. Por lealtad se entiende el cumplimiento de lo que exigen las leyes de la fidelidad y las del honor. Es decir, no se es leal solo por palabra sino por acción.

A través de Cambio Radical, su plataforma política, Germán ha avalado a lo largo de los últimos años la candidatura a diferentes cargos de elección popular de todo tipo de delincuentes que, a su vez, han sido barones electorales en sus respectivas regiones. Dentro del listado encontramos a 41 congresistas que posteriormente fueron investigados por parapolítica, y de los cuales 19 han sido condenados. Entre los avalados por Vargas también encontramos nueve gobernadores que ya fueron sentenciados por diversos tipos penales, algunos tan célebres como “Kiko” Gómez, que estará los próximos 40 años en la cárcel por homicidio, o Álvaro Cruz Vargas que fue condenado a siete años de prisión por su responsabilidad en el “carrusel” de la Contratación de Bogotá.  La lista continúa, incluyendo alcaldes, concejales, asambleístas, entre muchos otros, y es bastante larga.  

Consciente del extenso prontuario criminal que posee a su círculo político más cercano, Vargas decidió aspirar a la presidencia como un independiente y acudir al respaldo ciudadano mediante la recolección de firmas que convaliden su candidatura. A costa de desnaturalizar un mecanismo diseñado para aquellos que no tienen partido pero quieren tener voz, Germán busca lavar su imagen. No faltará quien diga que no se puede condenar a alguien por su pasado, pues todos cometemos errores. Es cierto. El problema radica en que, en su afán desesperado por alcanzar la primera magistratura del Estado, el hoy precandidato ha comenzado a recorrer todo el territorio nacional y, haciendo gala a la tradición, ha concretado cuestionadas alianzas que son consecuentes con su pasado. Incluso se ha especulado sobre una posible alianza entre él y el expresidente Uribe.

¿Realmente podría el vicepresidente de Santos ser el candidato presidencial de Álvaro Uribe? No parece probable. Dos cosas que caracterizan al Centro Democrático son la imposibilidad del disenso a su interior, y la sujeción de todos sus integrantes a la voluntad de Uribe. Ahora bien, teniendo una amplia baraja de candidatos fruto de su propia cosecha, y cuya sumisión en caso de llegar a la presidencia estaría garantizada, ¿se arriesgará el expresidente a respaldar a un hombre absolutamente pragmático que no solo no conoce de lealtades, sino que, además, tiene un carácter peor que el suyo? ¿Cuál sería el precio a pagar por parte de Vargas Lleras para obtener el respaldo de toda la ultra derecha del país? ¿Estaría dispuesto a “hacer trizas” el acuerdo de paz que él ayudó a forjar con su aquiescencia tácita?

A lo largo de los siete años que lleva el actual gobierno, Germán Vargas tuvo una larga y productiva carrera: pasó de ser ministro del interior, a ser ministro de vivienda y posteriormente vicepresidente; coordinando en dicha calidad tres ministerios y una chequera de 64 billones de pesos con la que sacó adelante proyectos estratégicos y toda la política de infraestructura de cuarta generación de Santos. Su imagen, ya de por sí popular gracias a su discurso de “mano dura”, se fortaleció a lo largo de todo el territorio nacional “regalando” casas pagadas con nuestros impuestos; fue el santista numero uno. Su partido, Cambio Radical, también fue un aliado incondicional del gobierno. Vargas y los suyos participaron activamente en la ratificación que se hizo de los acuerdos de paz suscritos en La Habana por vía congreso, siendo cómplices en el supuesto “conejo” a los promotores del “NO” que ganaron el plebiscito por la paz; además, votaron favorablemente todas y cada una de las reformas constitucionales para la implementación de lo pactado con las Farc. Ahora, que se acerca la campaña electoral y la defensa del proceso de paz no parece ser atractiva en las urnas, tratan de tomar distancia de todo lo que ayudaron a crear.

Dicen que la política es dinámica, pero este errático trasegar no es más que una clara muestra de oportunismo político y la máxima expresión del cinismo de un hombre que cree tener derecho a gobernarnos por su apellido; un coscorrón a la patria.

¿Puede Germán válidamente atribuirse la lealtad como una virtud? Nuestra historia reciente nos ha demostrado una y otra vez que para él la ética no puede competir contra los votos, y que la lealtad que vehementemente profesa hacia la patria, cede fácilmente ante su vanidad y su apego al poder.

La Real Academia Española define la “coherencia” como la actitud lógica y consecuente con los principios que se profesan. La incoherencia de Vargas y los suyos es absoluta, digo, radical.

Abogado de la Universidad Externado de Colombia. Especialista en Gestión Pública de la Universidad de los Andes.