Al haber asumido el gobierno con tanta vehemencia el conflicto venezolano y hacerlo propio hasta el punto que la agenda social quedó relegada, es bueno hacer algunas reflexiones sobre la manera como nos hemos inmiscuido en un conflicto que no es nuestro y las consecuencias del mismo.
El conflicto en Venezuela se conoce cómo empezó, pero lo impredecible es como terminará y parece ser por los últimos acontecimientos, amenaza rusa a Colombia por su intromisión, que esta escalando peligrosamente y sus consecuencias serán apocalípticas.
Que zoqueteria la de los países iberoamericanos que permiten que los rusos y los gringos vengan a jugar a la guerra en campo ajeno, en nuestras narices, en búsqueda de supremacia geopolítica y nos conviertan en los recoge bolas de la guerra.
Y lo perverso es que esas bolas estarán impregnadas de ruina, muerte, destrucción, sangre, viudas, huérfanos, hambruna, desplazamiento y atraso de nuestras regiones que es lo que vomita la guerra.
En lo que se refiere a nuestro país encontraron al gobierno apropiado y a un gran aliado para los propósitos de los norteamericanos. A este gobierno le gusta la confrontación y la guerra, sus señales son inequívocas, el partido de gobierno siempre estuvo en desacuerdo con el proceso de paz con las Farc, la guerra les proporciona sustento ideológico y vigencia política, prueba de ello es el torpedeo sistemático a la implementación de la paz y las objeciones a la JEP. Y siguiendo esa misma ruta guerrista no se volverán a sentar a la mesa de diálogo con la guerrilla del ELN que inició el anterior gobierno.
El diálogo y la persuasión no son sus fuertes; miles de millones de pesos en pérdidas y regiones completas de la Republica bloqueadas por no sentarse el Presidente a dialogar con los indígenas del Cauca. No se trata de entregar el Estado, es el de escuchar y buscar los puntos de desencuentro y lograr sobre ellos acuerdos. Con conversar no se mancilla el honor del presidente ni se menoscaba su autoridad y su majestad de primer mandatario y jefe de gobierno, por el contrario sería de buen recibo y demostraría su humildad y compromiso con el progreso y bienestar de la patria.
Que el arquitecto del universo otorgue sensatez y sabiduría a nuestros gobernantes y libre a la patria de la desolación y del dolor de la guerra.