Es una pena que el sistema de salud en Colombia sea desastroso y que, además, estemos sometidos a la dictadura de las EPS, cuando estas representan al Estado y lo único que hacen es desconocer los derechos fundamentales de los colombianos como son: el derecho a la salud, a la calidad de vida, a la dignidad y a la vida, entre otros.
Entre la mediocridad de algunos galenos que solo formulan acetaminofén y la falta de calor humano para con sus pacientes, le dan al sistema un sentido deshumanizante y a los usuarios la condición de ser solo un número y no de un ser humano con necesidades y deseos de curación.
Para las EPS los ancianos son estorbos que ya cumplieron su ciclo y que no requieren de atención apropiada, priorizada y con consideración, y que por el contrario son los causantes de generar altos costos al servicio de salud, por lo que es mejor dejarlos de lado.
Pero si de tratamientos paliativos se trata, o de solicitar servicio de enfermería, médico a domicilio, pañales y ambulancia, se pasan la ley por la faja, pues la desconocen por completo colocando a los usuarios en condición de una mayor vulnerabilidad.
Las EPS en Colombia se han convertido en entes mercantilistas que ven al paciente como producto y no como el ser más importante, ya que el médico debe estar al servicio de los usuarios. Así lo dice el juramento hipocrático que hacen pero que olvidan.
El sistema de salud debe reformarse y ser más humano. El contacto entre paciente y médico es vital. Urge entender el entorno de los pacientes y de sus familias. Los enfermos son la razón de ser de las EPS.
Como en los países desarrollados, en el nuestro la salud debería ser integral y por lo tanto se podría realizar una apertura para mirar de manera complementaria a la medicina tradicional y tener en cuenta la medicina alternativa, la cual puede ser usada en casos específicos.