El próximo gobierno debe tener en cuenta el nuevo orden internacional y el posicionamiento de sus actores globales, y en particular mejorar su relación con sus vecinos y mirar la influencia que China y especialmente Rusia tienen con respecto a América Latina para de esta manera saber cómo mover las fichas del ajedrez dentro de este escenario internacional.
Para nadie son desconocidos, y así lo señalan los académicos y los medios de prensa, el posicionamiento que tanto China como Rusia han venido teniendo en la región y el deseo de estas dos potencias de afianzar el multilateralismo para desmontar la hegemonía de los Estados Unidos.
Será muy importante saber elegir bien en el país quien será el próximo presidente, pues en el mundo y en particular en América Latina crecen a pasos agigantados las dictaduras tanto de derecha como de izquierda que en nada favorecen el desarrollo de Colombia ni del mundo.
Los populismos son funestos, como lo es el degeneramiento de la democracia en plutocracia; ante este escenario regional Rusia y China se han venido aprovechando de ello.
Resultan preocupantes las alianzas militares que Rusia viene haciendo con países dictatoriales como Venezuela y Nicaragua y que responden al deseo de Putin de que su país retome el control y las áreas estratégicas que tenía en la región y que perdió con el fin de la Unión Soviética.
Rusia es la heredera de la Unión Soviética y su política exterior es beneficiarse de los lazos históricos que está había forjado, pero superándola con una visión más pragmática con objetivos geopolíticos utilizando herramientas económicas y fortaleciendo el bilateralismo
Putin a partir del 2003 y en particular en el 2004 hizo énfasis en su relación con la región a través de la venta de armamento militar e inversiones en el sector energético.
Por su parte China, aliado de Rusia, se ha posicionado América Latina como el segundo actor comercial más importante con influencia política. Cuenta además con gran injerencia en el África por lo que se ha hablado de un neocolonialismo en ese continente a causa de la dominación económico-comercial del gigante asiático en esa región.
Por todo lo anterior, no podemos seguir ejerciendo una diplomacia provinciana que afecta nuestros intereses nacionales, el desarrollo y la paz en Colombia.