Recientemente ocurrieron dos hechos que nos ponen a pensar a los colombianos, como una manera de reflexionar a fin de que la Justicia Transicional y el Sistema de Verdad, Justicia, Reparación y no Repetición –SJVRNR” dejen de ser la cenicienta del actual gobierno.
El primero de ellos fue el que dio a conocer la emisora HJCK y el diario El Espectador el pasado 3 de febrero, en la noticia que se tituló: “Centro de Memoria Histórica suspendido de la más importante red internacional de memoria”.
Es decir, Colombia quedó suspendida del International Coalition of Sites of Conscience, la mayor red de sitios relacionados con la memoria en el mundo, pues reúne a 275 miembros en 65 países.
La segunda fue la noticia que registró Las 2 orillas el pasado 13 de febrero que se titula “Reclamo del padre De Roux en la ONU”.
El gobierno belga invitó al padre De Roux al Consejo de Seguridad de la ONU para que en su calidad de presidente de la Comisión de la Verdad hablara sobre su trabajo desde la Comisión y la importancia de la Justicia Transicional para sacar adelante el proceso de paz.
Si bien el presidente de la Comisión de la Verdad tocó cinco temas: las víctimas, verdad en la justicia transicional, la no repetición, la transición integral y la comunidad internacional, destacó “la falta de apoyo para la justicia transicional y la falta de recursos que se destinan a esta. «Tiene un presupuesto en dinero muy pequeño, comparado con el que se asigna a acciones militares y se mueve en las transacciones comerciales, y sin embargo es la más sagrada y la más importante de las apuestas de las Naciones Unidas, porque incorpora a las víctimas del mundo, a la naturaleza como víctima y a las generaciones futuras que tienen derecho a convivir en dignidad».
Si a lo anterior le sumamos el hecho de que Rubén Darío Acevedo, director del Centro de Memoria Historia de Colombia, que es un organismo importante dentro del SJVRNR para que la nación conozca los hechos, causas y consecuencias de la guerra que se vivió en el conflicto armado, para una toma de conciencia a fin de que no se repitan estos hechos violentos, no quiso responder un cuestionario que le enviara su homóloga Elizabeth Silkes del Instituto Internacional de Memoria Histórica con sede en Nueva York, podemos concluir que no existe en verdad una voluntad política por parte del actual gobierno para que se implementen los acuerdos de paz en la actual etapa de postconflicto, sino que por el contrario quiere debilitarlos y regresar a la guerra.
Es difícil entender como el Jefe de Estado designa para este cargo a una persona no cree en el proceso de paz y no gusta de la institución que dirige.
Desde que surgió a la vida jurídica la JEP, hemos visto a través del tiempo en las distintas noticias emitidas por los diversos medios de comunicación del país, las trabas y la falta de voluntad del Estado para apoyar esta institución que es la columna vertebral de la Justicia Transicional y por lo tanto del proceso de paz.
Así mismo, conocimos toda la desinformación que se dio en torno a ella, en el sentido de que esta es sinónimo de impunidad o parte de una estrategia Castrochavista o comunista, borrando de tajo y de manera irresponsable, su significado, su razón de ser y todo el andamiaje internacional que tiene, el cual es símbolo de garantía de justicia.
La Justicia Transicional como su nombre lo indica es un sistema que tiene como fuentes al Derecho Internacional Humanitario y a los Derechos Humanos; y que se da para la transición de un período de conflicto armado a la paz, con el fin de reconstruir el tejido social que se dañó durante este período, y a la vez como una forma de fortalecer las instituciones democráticas, transformándolas y generando confianza en las mismas, robusteciendo la justicia para llevar al país a la paz con desarrollo y equidad social.
Es necesario que el país tome conciencia de la importancia que la Justicia Transicional y todo el SVJRNR tienen para la paz, para el perdón y la reconciliación de la sociedad colombiana y para el fortalecimiento de la institucionalidad y de la gobernabilidad. No podemos perder este momento histórico; sería un error fatal y un mal mensaje para la comunidad internacional.
El Estado no puede dejar de cumplir con los compromisos que adquirió con la firma de los acuerdos de paz, de los cuales es garante la comunidad internacional, pues sería no solamente un retroceso, sino que perdería credibilidad tanto en la escena internacional como en la nacional, y nos conduciría a una guerra fratricida, a más inequidad social y atraso.
Debemos exigirle al Estado que cumpla con sus obligaciones, pues la paz es el bien más preciado en el mundo, y esta se encuentra estipulada en nuestra constitución nacional. En la medida en que el Estado cumpla con sus funciones de un Estado Social de Derecho, le estamos quitando el piso y la razón de ser a los grupos violentos y al margen de la ley.
Es lamentable que se deje solo a una persona como el padre De Roux quien con su disciplina, compromiso y profesionalismo ha venido realizando un verdadero trabajo a fin de que las víctimas quienes son el corazón de los acuerdos y la razón de ser de la Justicia Transicional, conozcan la verdad de los hechos acaecidos en el conflicto armado, y con ello se pueda llegar a obtener el perdón y la reconciliación, plasmándose todo esto en una memoria histórica que nos identifique como país y como nación.