Uno de los elementos que constituye y haría efectivo el proceso de reparación efectiva que requiere la sociedad colombiana en su conjunto es la verdad. La verdad sobre los ciclos de conflicto que por generaciones hemos vivido, un conflicto con profundas raíces políticas, motivado por la estigmatización y la exclusión.
La mayoría de las víctimas del conflicto armado en Colombia, reclaman el conocimiento de las circunstancias de modo, tiempo y lugar, al igual que los agentes generadores de los hechos victimizantes. Pero esa verdad no solo repara, sino que también reconcilia, une y promueve la no repetición de los hechos.
Lo cierto es que el mayor obstáculo para llegar a la verdad, está en el hecho de quienes se sienten involucrados y afectados por las narraciones de quienes como víctimas o victimarios estuvieron involucrados en los hechos violentos.
Detrás de este conflicto están los intereses de la mas alta política, de los que han construido con las mas grandes falacias solo odio y enfrentamiento entre los colombianos. El interés de quienes fundamentan su razón de ser, su existencia, su lucha, en la posibilidad de la guerra permanente, de la confrontación; es que ellos solo existen, si el conflicto existe, es la guerra, el conflicto lo que les da vida.
Por eso la sociedad colombiana en su conjunto debe tender hacia el conocimiento de la verdad. Esos colombianos inocentes, muertos a manos de quienes los sentían como adversarios políticos merecen que conozcamos sus nombres, sus familias merecen ser reivindicadas. La guerrilla, que arrasaron pueblos enteros, que secuestraron, que asesinaron, reclutaron menores, participaron del negocio del narcotráfico; los paramilitares, que surgen por la incapacidad del Estado, pero que contaron indiscutiblemente con el respaldo de sectores políticos y la pasividad de toda la sociedad o los agentes del Estado, que aun nos deben la verdad sobre esas operaciones que tenían como objetivo a luchadores por los Derechos Humanos. Hay que defender la Justicia Especial de Paz (JEP), los que la mancillan y pretenden anular, solo lo hacen por su temor a la verdad.
¿Acaso no nos hemos dado cuenta que en Colombia hay una relación directa entre los asesinatos con móviles políticos y pensar? Sí, miren la larga lista de profesores universitarios asesinados, esa misma que conocía Héctor Abad Gómez y en la que estaban consignados “elementos” que eran contrarios al pensamiento de algunos e incómodos para los intereses de otros.
Artistas, lideres sociales, defensores de derechos humanos, defensores de la vivienda popular, lideres comunitarios, profesores universitarios, periodistas, todos tienen en común una lucha y una que no es solo de ellos, sino de cientos y miles que sienten que su voz habla por ellos.
Sin miedo a la verdad, con entusiasmo por el futuro.