La posible descertificación sería un mal menor

Opinión Por

Obedeciendo con premura servil las exigencias de Washington el gobierno colombiano  se apresta a fumigar nuevamente con glifosato los sembrados de coca que cubren una muy vasta extensión del país.

Esta vez se propone utilizar drones. Como si la adopción de una tecnología más precisa para aplicar el producto pusiera a salvo a las comunidades humanas y al medio ambiente de sus secuelas potencialmente mortales, que no solo han sido advertidas por la Organización Mundial de la Salud, sino que acaban de derrumbar globalmente las acciones de Bayer, gigante agroquímico alemán que muy recientemente compró  a Monsanto.

La causa del colapso de las acciones fue el fallo emitido por un tribunal norteamericano a favor del jardinero californiano Dewayne Johnson a quien Monsanto deberá pagar 289 millones de dólares por haber demostrado en juicio que contrajo un cáncer no Hodgkin a causa de la utilización en su trabajo del glifosato contenido en el herbicida Roundup.  Cinco mil demandas similares están pendientes de sentencia en tribunales de los Estados Unidos.  Si se resuelven siguiendo el precedente anterior las indemnizaciones a los afectados ascenderán a mucho más de 10.000 millones de dólares.

Colombia volverá a incurrir en una estrategia que no solo es equivocada e inane para combatir el narcotráfico sino que constituye un crimen contra la gente, la biodiversidad y el territorio.  Será el único país en el mundo que asperjará los cultivos ilícitos con glifosato, porque ni siquiera el gobierno de Afganistán, nación en guerra contra los talibanes y ocupada por tropas norteamericanas, ha aceptado las imposiciones de Trump   para obligarlo a combatir los sembrados de amapola con el herbicida mortal.

Entre 1999 y 2015 Colombia ha fumigado 1.800.000 hectáreas de su espacio vital con Glifosato. La mejor prueba de que no ha servido de nada es que hoy hay cerca de 210.000 has. resembradas. Los municipios que las albergan son esencialmente los mismos, pero ahora los cultivos están escondidos entre el café, el plátano la yuca, los árboles frutales y los cultivos de pan coger.  Colombia continúa siendo la primera productora de cocaína del mundo y Estados Unidos el primer consumidor de sustancias estupefacientes.

No es cierto como lo afirma de manera tan campante, bonachona e irresponsable el ministro de defensa Guillermo Botero, que se trata de un producto seguro.

Un tribunal francés dictaminó que “Monsanto ha falsificado datos sobre la seguridad del glifosato y ha calificado como publicidad falsa y engañosa su comercialización en términos de ser «medioambientalmente seguro» y «biodegradable.

Francia ha convertido la erradicación del glifosato de la industria agrícola en una bandera histórica. Por eso Macrón celebró el fallo y anunció que redoblará sus esfuerzos para que el glifosato se elimine definitivamente de la agricultura francesa

Desde el 2001 la Unión Europea prohibió el glifosato en la agricultura de sus países.

Estudios realizados alrededor del planeta han demostrado la conexión del glifosato que se filtra en los alimentos, en el agua y hasta en el aire que respiramos con las siguientes enfermedades:

“Alzheimer, varios  tipos de cáncer, autismo, defectos de nacimiento ( Los bebés de las mujeres que viven a un kilómetro de campos fumigados con glifosato tuvieron más del doble de defectos de nacimiento, según un estudio en Paraguay.)

Los defectos congénitos se cuadruplicaron en los diez años posteriores de la llegada del glifosato al Chaco argentino y paraguayo, incluyendo males como ano imperforado, deficiencia de la hormona del crecimiento, hipospadias (el orificio urinario anormalmente ubicado), defectos de formación cardíaca y encefalia (mal formación de la cabeza).

Cáncer: durante varias encuestas casa por casa de más de 65.000 integrantes de comunidades agrícolas argentinas, se encontraron tasas de cáncer de 2 y hasta 4 veces mayores que el promedio nacional desde el comienzo de las fumigaciones con glifosato, con un marcado aumento de los de mama, próstata y pulmón.

Celiaquía: hay un paralelismo entre las características de la enfermedad celíaca y los efectos conocidos del glifosato. Estos incluyen el desequilibrio en las bacterias intestinales, alteraciones en las enzimas que participan en la desintoxicación natural de las toxinas ambientales, deficiencias de minerales y agotamiento de los aminoácidos.

Enfermedad renal crónica: el aumento en el uso del glifosato puede explicar el reciente disparo en la cantidad de casos de insuficiencia renal que se ha presentado entre los trabajadores agrícolas de América Central, Sri Lanka e India.

Depresión: el glifosato altera una parte de los procesos químicos que afectan a la producción de serotonina, un neurotransmisor importante que regula el estado de ánimo, el apetito y el sueño y cuya deficiencia se ha relacionado directamente con la depresión.

Embarazos (abortos naturales, mortinatos): el glifosato es tóxico para las células de la placenta humana, lo que explicaría los problemas de embarazo de las trabajadoras agrícolas expuestas al herbicida.

Linfoma no Hodgkin: una revisión sistemática y una serie de análisis durante casi 30 años de investigación epidemiológica acerca de la relación que existe entre el LNH (linfoma no Hodgkin) y la exposición ocupacional a diversos pesticidas agrícolas encontró que el linfoma de células B se asoció positivamente con el glifosato.

Parkinson: los efectos de los herbicidas en el cerebro han sido reconocidos como el principal factor del tipo ambiental que ha sido asociado a los trastornos neurodegenerativos.”