La propuesta de Uribe

Opinión Por

La descabellada e inverosímil propuesta del exsenador Uribe relacionada con conceder la amnistía general, no solamente es vergonzoso que provenga de un expresidente de la república quien debería conocer el alcance de su declaración, sino que va en contravía de lo que significa la Justicia Transicional y por ende el derecho internacional.

El encuentro que sostuvo en su hacienda con el padre Francisco de Roux en días pasados fue lamentable, pues lo único que se demostró fue la soberbia del incólume exsenador, y el poco interés para que el país conozca la verdad sobre los falsos positivos.

Su actitud dictatorial similar a la de Mussolini o Hitler se evidenció en la foto que salió en las noticias de prensa de dicho encuentro: El exsenador Uribe sentado en una parte que se ve más alta, con una mesa y confortable, mientras que los invitados los hacia parecer más bajos e incomodos, pues no contaron ni con una mesa para apoyarse con sus apuntes. Estas fueron las tácticas y estrategias que usaron los dictadores carismáticos antes señalados para hacer notar su aparente grandeza, poderío y soberbia.

El plantear la amnistía para todos es consolidar la impunidad y llevar al país a un acrecentamiento de la violencia, pues la nación colombiana necesita conocer la verdad, implementar y hacer justicia, y que a la vez exista un compromiso de no repetición para poder pasar la negra y dolorosa página de nuestra historia.

Aceptar la propuesta del expresidente Uribe es acentuar el desconocimiento del sufrimiento de las víctimas del conflicto armado y en particular de los falsos positivos, víctimas a las que les mataron sus hijos u otros familiares de manera engañosa, con alevosía y premeditación como lo han venido señalando los distintos medios de comunicación.

Parece que el poder enceguece, y no permite una visión amplia de los beneficios que la verdad y la paz traerían para el país, en las que todos los colombianos sin distingo ideológico, político, cultural, social o económico serían los principales ganadores.

Hay que avanzar en el tiempo y en la historia, pues nos quedamos con un modelo feudalista y gamonalista que a lo único que conduce es a la miseria, al sufrimiento, al atraso y al suicidio de la democracia.

Tal vez la pregunta sería si esta guerra fratricida a la que nos ha llevado algunos pocos, les convendría solo a ellos porque les acrecienta su riqueza y su poder, pues parecería que es la única razón posible.

Parece que el expresidente Uribe se contradice, cuando dice que se requiere justicia, pero él está proponiendo la impunidad total, como si ya el país no hubiera sufrido las nefastas consecuencias de lo que significó la impunidad en la violencia bipartidista que trajo como consecuencia la creación de más grupos guerrilleros y con ello el establecimiento de un conflicto armado que solo ha dejado sangre, muerte y desolación como una película de terror.

No hay que olvidar que el odio solo conduce a más divisiones y resentimientos. Estamos en la hora de unir esfuerzos para lograr la cohesión social como la gran familia colombiana que deberíamos ser, y de obtener con paciencia la anhelada paz que tanto necesitamos para nuestro desarrollo y la equidad social.

La paz no se logra de un día para otro es lo que se ha evidenciado en los países en donde ha existido el modelo de la justicia transicional, y menos si hay tantas personas que como Uribe quieren acabar con los esfuerzos que se han venido construyendo; por el contrario la guerra es el pan de cada día.

Ex-diplomática. Abogada, con una Maestría en Análisis Económicos y en Problemas Políticos de las Relaciones Internacionales Contemporáneas, y una Maestría en Derecho Comunitario de la Unión Europea. Autora del Libro, Justicia transicional: del laberinto a la esperanza.