Durante el gobierno Duque, a través de las noticias de prensa habladas y escritas hemos evidenciado el desplome aún mayor de lo que significan la ética, los valores y la moral que deben tener en particular los servidores públicos, pues deben ser ejemplo para la sociedad y no actores de destrucción de los principios éticos y de la democracia.
Además de ello, se han hecho nombramiento de funcionarios que no cumplían con lo establecido en la ley y que actuaban en contra de los principios que deberían tener para ser nombrados en puestos relacionados con la implementación de los acuerdos de paz.
Es vergonzosa la cantidad de mentiras sobre la obtención de diplomas de especialización, maestrías y doctorados que jamás existieron, junto con sus falsificaciones y plagios. Todo ello deja una mala imagen para este gobierno que lo único que ha hecho es dejarnos en entredicho a nivel internacional y acabar con los valores de la democracia y de la justicia.
Por lo anterior, me permitiré hacer un breve resumen de algunas mentiras y fraudes en lo que se refiere al tema de diplomas y de nombramientos lamentables que van en contra de la ley y de la ética.
Comenzamos con el propio Iván Duque quien, siendo candidato presidencial, se enorgullecía de haber realizado varias especializaciones una de ellas en “negociación” en Harvard, lo que resultó no siendo cierto.
Recordemos lo dicho por José Felipe Sarmiento Abella en su columna titulada La peñalosada de Iván Duque con la Universidad de Harvard en la que se señaló que antes del debate que él tenía en Teleantioquia circuló por redes sociales la carta que envió la institución educativa antes mencionada envió al estudiante de doctorado en finanzas de la Universidad de Chicago que posteriormente sería candidato presidencial del Centro Democrático y hoy Presidente de la República, en la que le informaba que solamente había completado tres cursos, uno de cinco días en 2003 sobre capital privado y de riesgo, en el 2005 termino un curso de 13 días sobre instituciones financieras, y otro de 6 días en 2008 sobre negociación estratégica, pero no hubo ninguna especialización ni maestría.
Pero esto es solo el principio: el 27 de agosto de 2019 salió una noticia titulada Funcionarios con títulos falsos, una epidemia imparable por Daniela Quintero, en el que se mencionaba a Luis Alberto Rodríguez, Director del Departamento Nacional de Planeación, apareció con un posgrado en la universidad de Tolouse en Francia. Esto no era cierto.
Por su parte la Fundación Paz y Reconciliación-Pares realizó una investigación para determinar la calidad del título académico del congresista liberal Julián Bedoya, que supuestamente es abogado, pero de acuerdo con las pesquisas habría sido un diploma obtenido en dudosas condiciones.
Otro caso sonado fue el de la funcionaria Claudia Ortiz, quien no cumplía con los requisitos ni con la experiencia para el cargo en la Agencia de Desarrollo Rural y pese a ello el presidente Duque la nombró en este cargo directivo. Esta funcionaria carecía de certificados laborares relacionados con el cargo, y fue suspendida tres meses después por la Procuraduría por hacer actos de proselitismo
Pero al parecer esta enfermedad es contagiosa y en la fecha, Óscar Hernando Motta Valencia, exdirector de las TIC de la Alcaldía de Neiva, se posesionó con títulos falsos en los que estaban escritas las palabras “Neiba” y “Unibersidad” por lo que él fue destituido e inhabilitado por 12 años.
Pero el premio mayor se lo llevó la actual presidente de la Cámara de representantes Jennifer Arias del Centro Democrático, ya que ahora la Universidad Externado de Colombia dice que esta congresista uribista sí cometió plagio en su tesis de maestría, presentada en esa institución y titulada «Los OCAD’S y su contradicción con las teorías de la elección racional».
Todo lo anterior no solo es vergonzoso, escandaloso, sino que merece una atención seria de las autoridades competentes para que se castiguen estos fraudes, falsificaciones, plagios y mentiras, ya que los funcionarios públicos deben tener una honorabilidad intachable para que sirva de escarmiento.
Es inconcebible que desde el presidente hacia abajo se burlen de la justicia y del pueblo colombiano de esta manera tan descarada, cuando deben dar ejemplo de transparencia y ética, además de respetar el ordenamiento jurídico haciéndolo cumplir y no nombrar funcionarios que no cumplen con los requisitos de ley o que van en contra de los principios propios del cargo que van a desempeñar como es el caso del actual director del Centro de Memoria Histórica, Rubén Darío Acevedo Carmona, quien antes de posesionarse en este cargo manifestó en distintos medios que estuvo en contra del proceso de paz.
Este macondiano personaje ha venido siendo el autor de distintas controversias como la del 2019 en la cual Iván Cepeda pidió su renuncia porque consideraba que este personaje pretendía “volvera la época en que se desconocía a las víctimas del Estado” de la “desaparición forzada” y del desplazamiento.”
Recordemos una noticia de prensa relacionada con la polémica que comenzó desde finales de 2019, cuando la Red Colombiana de Lugares de Memoria, y la Red de Sitios de Memoria Latinoamericanos y Caribeños (Reslac) se quejaron de que Acevedo, nombrado en febrero de 2019 por el presidente Iván Duque, no reconocía el conflicto a pesar de dirigir el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH).
Recientemente el diario El Colombiano de fecha 8 de noviembre de 2021, titulada Acoso laboral y otras denuncias agrietan al Centro de Memoria, menciona la renuncia de la directora del Museo de la Memoria, Laura Montoya –por las diferencias de criterios y los manejos administrativos que se dan en la entidad bajo la dirección de Darío Acevedo, quien descalificó el acercamiento de la exdirectora del Museo de la Memoria con los arquitectos e ingenieros encargados de la construcción de la sede, los cuales se distanciaron ante las posiciones y negativas de Acevedo para avanzar en la construcción del lugar.
Pero esto no se queda ahí; al parecer este distinguido director ha tenido dificultades con los contratistas del CNMH, pues hay 16 denuncias de personas en las que se menciona que con el consentimiento del Sr. Acevedo, el director administrativo y financiero de esta institución es maltratador, y obstaculizaba el trabajo de los equipos con víctimas y frena las comisiones con los viajes y los apoyos para el trabajo en el territorio
En verdad los colombianos estamos mamados del amiguismo, de la corrupción y de personajes como Darío Acevedo, y eso que disque estamos en el gobierno de la meritocracia. ¿Será un chiste?