Los bemoles del Glifosato

Opinión Por

Pareciera ser que como al estado colombiano le quedó grande la sustitución de cultivos, y las plantaciones de coca aumentan, lo más fácil es pensar en retomar el tema de la fumigación con glifosato.

Existen muchos escritos científicos y documentales sobre la toxicidad del glifosato.
Esta problemática debería ser una oportunidad para desarrollar el sector agrícola de nuestro país, a través de mecanismos serios de sustitución de cultivos, tecnología, inversión social y presencia del estado en cada rincón de la geografía colombiana.

Pensar en volver al pasado con el glifosato es hacernos hara-kiri, e incrementar la penosa situación en la que vive el campo colombiano.

En el canal de la televisión francesa TV5 en marzo del 2016, tuve la oportunidad de ver un documental sobre los daños que ha venido produciendo el glifosato, en una región rural de Argentina.

En dicho documental se dice que el glifosato es el veneno más toxico que existe, a tal punto que produce efectos negativos en el medio ambiente, en los animales que consumen los productos que son fumigados con este producto, como la soya, y otros productos agrícolas, además es un producto altamente dañino para los seres humanos.

En cuanto a los animales, estos vivían enfermos, y mejoraban al cambiarles la dieta por otros productos distintos a los que habían sido tratados con glifosato.

Los habitantes de esta región rural de Argentina que mencionaba el documental, sufrían de microcefalia; la mayoría de los niños que nacían tenían alguna malformación, bien sea cerebral, o algún tipo de discapacidad, o padecían de cáncer. Hechos estos que no se dieron antes de comenzar las fumigaciones con este producto.

Lo cierto es que la Organización Mundial de la Salud -OMS-, considera de acuerdo con los estudios que ha llevado a cabo por dicha institución internacional que este producto es de alta toxicidad y un altísimo generador de cáncer.

Lo lamentable de la historia, según los reporteros y periodistas investigadores que realizaron este documental, es que la empresa que produce el glifosato es intocable. Lo paradójico es que, para las autoridades sanitarias de la Unión Europea, este producto no es nocivo para la salud, y desconocen los estudios serios que ha venido realizando la – OMS-.

No se entendía (pues ahora hay un pronunciamiento del Parlamento Europeo sobre el tema) cómo una institución tan seria como la es la Unión Europea, desconocía lo dicho por la OMS, y la realidad en que viven las poblaciones no solo en la Argentina sino en otros países, además de las quejas proferidas por los agricultores, ganaderos, y criadores de cerdos, entre otros, los cuales han interpuesto denuncias y han hecho sus propios estudios serios, en donde comprueban la toxicidad del glifosato.

Este tema me hace recordar las distintas quejas en épocas diferentes, en donde en Colombia se ha producido esta misma discusión, la cual se debería reconsiderar, ante los graves daños que el glifosato produce al medio ambiente, a los animales y en especial a los seres humanos, siendo los más frágiles los niños y las personas de la tercera edad.

Podríamos decir que la corrupción y el poder de las multinacionales siguen pesando sobre el bien común y erosionando las instituciones públicas; los responsables carecen de toda ética, lo cual es inadmisible y se debe de combatir.

Según el documental en mención, en Francia un ciudadano que sufrió malformaciones a causa del glifosato, demandó y ganó la demanda, pero a pesar de ello, las autoridades sanitarias de la Unión Europea para la época, segían siendo ciegas, sordas y mudas como en la canción de Shakira.

Vale la pena mencionar que, en sesión pública que se llevó a cabo el 13 de abril de 2016, el Parlamento Europeo autorizó el glifosato por solo 7 años y para uso profesional. Sobre el particular, transcribiré parte de la noticia por considerarla relevante, esta es: “Dada la inquietud sobre los efectos carcinogénicos y de alteración endocrina atribuidos al glifosato, el Parlamento cree que la Comisión Europea debe renovar la autorización de comercialización en la Unión Europea solo por siete años, en lugar de los quince propuestos, y exclusivamente para uso profesional”.

“La Cámara también reclama una evaluación independiente, así como la publicación de la evidencia científica que llevó a la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria a emitir su dictamen favorable sobre la autorización».

Cabe mencionar que la “Comisión Europea había propuesto renovar la autorización del glifosato para todos los usos sin restricciones por 15 años más (el máximo posible). Sin embargo, el Parlamento votó a favor de que dicha autorización se renueve solo siete años”.

“Los diputados condenaron el uso del glifosato para prácticas de <<desecación>> o liquidación de una planta antes de su cosecha para acelerar su maduración y facilitar su recolección. El texto también desaprueba el uso del glifosato dentro o cerca de parques públicos, zonas de juego infantil y jardines públicos”.

En el caso de Colombia, la situación es compleja: En su momento, el gobierno tomó la decisión de acabar con el uso del glifosato en fumigaciones de cultivos ilícitos, a raíz del informe que profirió la OMS, en la que elevó este herbicida a la categoría de producto probablemente cancerígeno para los humanos. Tal decisión generó diversas opiniones en distintos sentidos, respaldadas por fuertes argumentos. La realidad es que los cultivos en este país han aumentado de manera dramática.

Indudablemente, lo que llevó al Gobierno de Colombia a suspender estas fumigaciones fue el mismo informe que profirió la Organización Mundial de la Salud (OMS) en donde elevo al glifosato a la categoría de un producto “probable de ser cancerígeno para los humanos”.

El problema va más allá, ya que al parecer debido a la falta de asistencia técnica del Ministerio de Agricultura al sector campesino a todo nivel, y al costo de los herbicidas, (pues es de mencionar que el glifosato es un herbicida bastante utilizado, cuyo nombre comercial es “Roundup”, el cual se usa para eliminar la maleza de los jardines, solares y de los cultivos agrícolas especialmente del café, los cítricos y los frutales) el glifosato parecería no existir otro producto que sustituya al glifosato en precio y en eficacia.

Según las informaciones dadas por los distintos medios de prensa, las fumigaciones que se hacen con este producto para combatir la producción de coca afectan los cultivos lícitos de las zonas donde se cultiva la coca, lo cual causa daño al parecer en la salud de los habitantes de estas regiones, y presiona al alza los precios del mercado de pasta de coca, pues al fumigarse se disminuye la cantidad de cultivos y la producción.

Vemos entonces como la siembra de productos ilícitos ha aumentado de forma galopante, debido a la falta de fumigaciones que las controlan, tema en donde el país se ve afectado internacionalmente, debido a que formamos parte de la lista de países en donde más siembra existe de estos cultivos ilícitos, pero valga la aclaración, no es la coca como tal, porque esta hoja se venía sembrando de manera ancestral por pertenecer a la cultura de nuestros indígenas, lo ilícito viene en mal uso que se le da y su transformación.

Parecería ser entonces, que no se sabe si fue primero “el huevo o la gallina”, o si la medicina es peor que la enfermedad, todo por una falta de asesoría técnica del ministerio encargado en donde puedan generar medidas y políticas alternativas, y encontrar a la vez otros productos que sustituyan al glifosato, para que no siga afectando la salud de muchos campesinos.

¿Por qué no pensar en desarrollar la industria de la medicina con la hoja de coca?, o encontrar cualquier otra alternativa.

Si además de los problemas medio ambientales que ya tenemos a causa de la deforestación en el país, le agregamos el glifosato, no solo terminaremos acabando con la ya empobrecida biodiversidad animal y vegetal, sino generando una hecatombe social y un daño irreparable en la salud de los colombianos de algunas regiones en particular.

¿A dónde llegaremos? Pareciera ser que nos dedicamos apagar incendios, pero no damos la solución a los problemas de fondo, ni hay una política sería en torno al tema.

Ex-diplomática. Abogada, con una Maestría en Análisis Económicos y en Problemas Políticos de las Relaciones Internacionales Contemporáneas, y una Maestría en Derecho Comunitario de la Unión Europea. Autora del Libro, Justicia transicional: del laberinto a la esperanza.