Recientemente se conoció el informe de la Comisión dela Verdad en el que relata el horror de la violencia que ha vivido el país en sus últimos 60 años.
Al escuchar las versiones de algunos políticos y en particular de la senadora María Fernanda Cabal, es lamentable que distorsionen el sentido y el significado de lo que es la Comisión de la verdad y la función que ella cumplió.
Cabe recordar que en el marco del Acuerdo Final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera, suscrito entre el Gobierno de Colombia y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – Ejército del Pueblo FARC -EP, mediante el Acto Legislativo 01 de 2017 y el Decreto 588 de 2017, se creó la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición, como un mecanismo de carácter temporal y extrajudicial del Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición – SIVJRNR, para conocer la verdad de lo ocurrido en el marco del conflicto armado y contribuir al esclarecimiento de las violaciones e infracciones cometidas durante el mismo y ofrecer una explicación amplia de su complejidad a toda la sociedad.
En este orden de ideas es necesario enfatizar que esta institución tiene un carácter extrajudicial y no vinculante. A diferencia de lo que ocurre con la Justicia Especial para la Paz que si tiene un carácter judicial y se encarga de juzgar a los distintos actores que estuvieron vinculados al conflicto armado.
Su función es vital para Colombia ya que a través de la Comisión se conoce la verdad de lo que sucedió en el conflicto armado, lo que permite la reconciliación ya que para que haya perdón las víctimas requieren conocer esa realidad y en donde están sus seres queridos.
Vale la pena resaltar que los objetivos de esta Comisión son: 1. Contribuir al esclarecimiento de lo ocurrido, y ofrecer una explicación amplia de la complejidad del conflicto armado, de tal forma que se promueva un entendimiento compartido en la sociedad, 2. Promover y contribuir al reconocimiento. En particular de las víctimas como ciudadanos y a los que se le vulneraron sus derechos y como sujetos políticos de importancia para la transformación del país; 3. Promover la convivencia en los territorios, entendida esta como la creación de un ambiente transformador que facilite la resolución pacífica de los conflictos y la construcción de la más amplia cultura de respeto y tolerancia en democracia.
En este sentido la Comisión tenía la obligación de dar un informe final y dentro de él, una recomendaciones con el objeto de lograr el fortalecimiento de la institucionalidad democrática, la paz y la reconciliación del país.
Seguir con el negacionismo de una realidad en la que no solo las extintas FARC, sino algunos miembros de las Fuerzas del Estado, los paramilitares y algunos personajes de la sociedad civil conformaron el grupo de los actores violentos que perpetraron violaciones a los Derechos Humanos, y al Derecho Humanitario y que produjeron además de crímenes atroces, desplazamientos, robo de tierras, violaciones entre otros delitos, no conduce sino a acrecentar odios, resentimientos, violencia, injusticia y al debilitamiento del Estado de Derecho así como al verdadero sentido de los que es la democracia.
Para que podamos alcanzar el desarrollo requerimos primero de una paz y de reconocer los vejámenes que han dejado todo este derramamiento de sangre.
La sociedad requiere conocer la verdad para que la asimile como parte de su historia a fin de que no se repita, pues es demasiado el dolor que dejo en la misma.
Dividir aún más la sociedad entre buenos y malos es lo peor que algunos políticos pueden hacerle al país, pues lo que debemos es buscar la justicia, la reconciliación y el perdón para poder voltear la página de la historia.
Se nos está haciendo tarde para lograrlo y dejar atrás los odios, las venganzas y las injusticias. Los políticos como la Senadora Cabal deben parar de desconocer esta dura realidad, pues solo conociéndola podemos subsanar y purificar las heridas y robustecer la institucionalidad para obtener el desarrollo que se nos ha venido escapando de las manos a causa de la violencia y de esos odios en los que algunos políticos generan hasta por entre sus poros.
El aceptar la realidad es parte de la grandeza del ser humano. El negarla es echarle leña al fuego y se convierte en una bomba de tiempo en la que podremos seguir los pasos de algunos países que hoy se catalogan como inviables.
La Comisión de la Verdad ha realizado una magnífica labor de manera seria, e imparcial y ha cumplido a cabalidad con sus funciones. Es obligación del gobierno Duque en lo que le queda de tiempo en el poder, el seguir las recomendaciones de esta institución a fin de que se generen las condiciones de fondo para la convivencia de todos los colombianos, se creen las políticas públicas necesarias para sentar las bases de la no repetición, la reconciliación y la paz estable y duradera.
La actitud que está asumiendo el presidente Duque al criticae el informe de esta Comisión no corresponde a la responsabilidad que debe asumir un Jefe de Estado para con el país y para sus conciudadanos, y por lo tanto la historia se lo cobrará muy caro.
El presidente electo tendrá el gran desafío de poner en marcha estas recomendaciones y de unir a la sociedad en una sola bandera que es la justicia social.