Debido a los sorprendentes resultados de las elecciones del pasado domingo, me he permitido hacer algunas reflexiones acerca del concepto de la participación ciudadana en los espacios locales y la construcción de ciudadanía. Y es así como, se puede afirmar que el proceso de democratización tiene su base en una relación de apropiación de las instituciones, la cual sustenta la confianza hacia ellas, fomenta la identidad ciudadana y la identidad de la comunidad. No obstante dicha apropiación no puede florecer sin la participación de los ciudadanos en la toma de decisiones y la intervención en los espacios destinados a la misma, tampoco puede hacerlo si los ciudadanos no desarrollan un sentido de pertenencia y apropiación de las instituciones del Estado.
Fortalecer la democracia implica reducir la distancia entre gobiernos y ciudadanos particularmente en el nivel local. Existe la posibilidad de fortalecer la participación ciudadana para la construcción de una ciudadanía basada en la solidaridad que vaya más allá de un concepto pasivo del ciudadano alejado de su comunidad, preocupado únicamente por la satisfacción de sus demandas e intereses particulares y sin ningún vínculo ni contacto con su comunidad, sino que promueva el desarrollo de la solidaridad hacia los miembros de su comunidad. Así como el fortalecimiento, el reconocimiento y la apropiación de la relación entre los ciudadanos y sus representantes, basados en una relación de confianza y responsabilidad en la comunicación de las necesidades de la permiten ser visualizar la construcción de una nueva ciudadanía, que favorezca el desarrollo de una relación espontánea, abierta y cotidiana que genera la vinculación del ciudadanos a los procesos de toma de decisiones en la ciudad.
La Junta Administradora Local y su diseño institucional, contribuyó a que este espacio de representación popular, opere fundamentalmente como un ámbito de competencia electoral para los ediles y no como un espacio en donde se debaten efectivamente propuestas y acciones para la mejora de las condiciones de la comunidad. Esta característica, ha contribuido a que la política local sea colonizada por las redes clientelistas locales y que la relación con los habitantes de la localidad se canalice a través de estas estructuras de intermediación política, contribuyendo así al establecimiento de barreras a la consolidación de un proceso amplio construcción de ciudadanía.
De igual manera, la baja participación de los habitantes de la localidad en la política local, corresponde a una serie de factores, entre los cuáles se encuentra la mala imagen que tiene el ejercicio de la política entre los habitantes de la localidad, producto de los escándalos de corrupción acaecidos en anteriores administraciones y a la mala gestión de las políticas distritales, así como el bajo nivel de comunicación entre los ediles y los ciudadanos y la generalizada desconfianza hacia su gestión; de esta forma, se sugiere que los espacios destinados a la participación ciudadana son aún un ámbito marginal, que no cuenta con la atención suficiente de parte de la ciudadanía. Esto no sólo sugiere la desvinculación del ciudadano de la política local, sino que a su vez muestra que el impacto de las JAL en términos de la construcción de ciudadanía aún es limitado debido a la pobre vinculación del ciudadano a estos espacios. Por otra parte, los bajos niveles de participación se pueden deber a que el ejercicio político en la localidad se da a través de redes clientelistas, es decir, estas redes son el producto de la relación particularista y a la transacción de intereses personales situados entre los habitantes de la localidad y los ediles.
También se observó un aspecto central en la configuración de la ciudadanía local, y estas fueron las estrategias de los actores políticos. Sobre este particular, este trabajo mostró como la política local antes que un fin en sí mismo, es para muchos políticos el medio. En efecto, el acceso a la Junta Administradora Local opera como una suerte de posibilidad para iniciar una carrera política y para construir unos apoyos de tipo electoral, por medio de la atención particular de las necesidades de los habitantes de determinados sectores de la localidad, es pertinente aclarar, que este principio en sí mismo no es dañino ni limita la construcción de ciudadanía, pero lo observado en la localidad de Teusaquillo, es que los ediles generan una relación de tipo clientelar con los ciudadanos, y no buscan, por medio del debate con los habitantes de sus necesidades la construcción conjunta de alternativas viables al desarrollo local.
Con un representante político que ocupa un lugar central en la relación del individuo con lo público, se genera una suerte de ciudadanía intermediada. Es decir, el ciudadano que se configura a nivel local es un sujeto que ante lo público no logra establecer una relación autónoma, gracias a que el político juega un papel no de representante sino de mediador de intereses particulares frente al Estado. Este aspecto denota también que el representante local conserva el acceso a algunos recursos (de información, destrezas, económicos, burocráticos, políticos), que explican su centralidad en ese esquema de intermediación particularista.
Con respecto a las percepciones de los ciudadanos sobre lo público y la política, se observa que el carácter del proceso de ciudadanía desde lo local no está solamente vinculado a las estrategias políticas y al tipo de representación de los intereses y las demandas ciudadanas por parte de los ediles, sino que tiene que ver directamente con la intensidad y modo de vinculación de los ciudadanos con lo público, y con las expectativas y percepciones de los individuos sobre los espacios políticos locales.
A pesar de los traumatismos que ha enfrentado el proceso de incentivar la participación ciudadana, no se puede desconocer que han tenido lugar cambios en los esquemas de intermediación entre los ediles y los habitantes de la localidad. Esto se ha visto reflejado en cómo el edil se enfrenta a un contexto de mayor competencia para acceder a un espacio dentro de la Junta Administradora Local, lo cual le ha obligado a modificar sus ofertas a los ciudadanos. Así, aunque la centralidad de la figura del político describe unas continuidades en el funcionamiento de la política local, la introducción de las JAL permitió que se dieran ciertas rupturas, que redundaron en una ganancia de autonomía por parte del ciudadano, pero que fundamentalmente promovieron una mutación en las prácticas clientelistas, pero que no ha contribuido de manera contundente a la construcción de una ciudadanía centrada en la comunicación, la participación y la articulación constante entre los ciudadanos y sus representantes en la localidad.