A veces tengo la sensación que me precipito en un embudo y mi cabeza da tumbos de lado a lado sin parar produciéndome confusión. Si, eso me acontece cuando trato de descifrar y buscar explicaciones al ejercicio de la política partidista actual. Tenía entendido que se ejercía a través de los partidos políticos y que estos tenían un contenido ideológico sobre el manejo del Estado, la economía, la educación , la salud , la religión , la soberanía, la democracia etc; y con base en un contenido programático las personas tenían la libertad de abrazar cualquiera de sus ideologías y arroparse con su bandería la cual pregonaban y defendían convertíendose en militantes entusiastas que concurrían a las urnas a votar por sus propuestas y por sus mejores hombres y mujeres. Pero hoy el ejercicio de la política, que debería entenderse como la forma de acceder al poder para colocarla al servicio de los intereses colectivos, se mancilló, se deshonró, no se mueve alrededor de contenidos y propuestas sino de intereses personales, del sórdido manejo de negocios, de la prebenda, del enriquecimiento y no interesa el perfil e idoneidad y mucho menos los antecedentes de los candidatos sino de quienes tengan abultados recursos y garanticen el cumplimiento de los compromisos pactados en círculos cerrados.
Es así como los partidos en muchos casos manejados por élites sin escrúpulos expiden los avales que se convierten en patentes de corso para saquear los presupuestos públicos. Este mal ejemplo cunde y se esparce entre sus bases quienes pierden su identidad y compromiso y se trastean sin sonrojo a otras vertientes políticas buscando lo de ellos.
Ante ese vergonzoso escenario la democracia reclama una reforma política sustancial en los partidos, que elimine sus vicios e inconsistencias, que castigue el tránsfuguismo, que sea severo en sus códigos éticos y disciplinarios, que proscriba de sus filas a los que tengan tacha, que respondan solidariamente, que sean incluyentes y participativos, que los reestructure y haga de estos los auténticos puentes entre la comunidad y el Estado.