El tsunami que devino por los resultados de las elecciones regionales celebradas el domingo condujo directamente a la unidad de cuidados intensivos a los tradicionales partidos políticos colombianos, organizaciones que recibieron en el certamen electoral tal vez una de las mayores derrotas de las que se tenga registro.
La debacle en especial de los Partidos Liberal y Conservador configura como tal una señal inequívoca del grave estado en que se encuentran los partidos en nuestro país, lo de ayer sin duda fue el “dieciocho de brumario” para la organización política tradicional de nuestro país, fue el golpe ciudadano que no previeron o dimensionaron los directores de los partidos y que claramente marcó el principio de una tormenta dentro de la organización política de nuestro país.
Sin embargo, este resultado no fue fruto del azar, lejos quedaron los sentimientos de compromiso con los débiles que nos separaron totalmente de lo que en algún momento se denominó la lucha contra las siete plagas de la clase media y sectores populares. Nunca mi partido el Liberal, volvió a darse la pela por los trabajadores, o los sectores emergentes de la sociedad, perdimos los sindicatos que tenían marca liberal con la CTC y los conservadores con la UTC, nunca volvimos a hablar de la lucha por los temas de tierras y ni qué hablar de la lucha contra la arremetida tributaria que cada día golpea de manera inclemente a los ciudadanos de a pie.
La salud, la educación y los jóvenes perdieron respaldo de estas organizaciones y fuimos entregando toda la reserva que teníamos en los partidos tradicionales, hablar de la apertura económica reemplazó toda la dialéctica en favor de los débiles, acabamos con muchas conquistas, la Secretaría de juventudes, de las mujeres y los sectores sociales desaparecieron, insisto, de nuestras colectividades históricas.
La herencia de los grandes caudillos fue desapareciendo y pasó al escenario de la gente. Bogotá por ejemplo escogió a Claudia López, mujer luchadora y de compromiso, orgullosa con lo que ella denomina la gente como uno, es decir, la gente del barrio, del TransMilenio, de la cafetería. Su lucha de tinte centro izquierda supone para los verdes un camino suavizado con su triunfo y le agrega al profesor Fajardo una línea que Colombia está clamando; desterrar la polarización de los extremos ideológicos mediante la asunción de compromisos materiales con la gente.
En Bogotá surgió igualmente un fenómeno muy importante en cabeza del candidato Carlos Fernando Galán, que con su millón de votos fruto de su independencia con las estructuras partidistas tradicionales, obtuvo un esperanzador resultado que lo ubica como uno de los grandes vencedores de la jornada. Cúcuta eligió un candidato que con megáfono en mano recorrió todos los barrios, no figuraba en las encuestas y la inconformidad realizó el resto. Cartagena eligió al candidato que habló siempre de la lucha contra la corrupción, Bucaramanga lo propio, estos ejemplos muestran el agotamiento de la era partidista tradicional en nuestra patria.
Es claro que cuando un partido como el liberal ni siquiera realiza convenciones se tiene que producir lo que se produjo, un desastre que solo se compara con el tsunami del cual hablé al comienzo de esta opinión, un partido sin norte, sin dolientes, pero lo más grave un partido inconsecuente con sus cimientos filosóficos, que apuntó a realizar coaliciones multipartidistas inanes, que más allá de buscar la materialización de sus convicciones fundacionales, tiene un tufillo a alianzas burocráticas o clientelistas.
Urge una reforma política que retorne a nuestra democracia un elemento que considero fundamental para su adecuado ejercicio; la disciplina partidista, no podemos permitir que en cada certamen electoral los partidos se den el lujo de no presentar candidatos propios y que como si se tratara de un consorcio político, se abulten en torno a un solo candidato de coalición mediando extremos políticos que por definición son incompatibles, esta incoherencia política habla mal de nuestro sistema e insisto, deja en la mira solo una conclusión lógica para el elector de a pie; detrás de una coalición de tan diversos partidos y fundamentos ideológicos, solo puede haber una explicación; y es que entre todos repartirán la torta burocrática, como si se tratara de una empresa política o electoral.
Elección tras elección, las denuncias al interior de los partidos se tornan en común denominador, la obtención de un aval se torna en una tarea titánica para aquellos candidatos que no pertenecen a linajes o castas políticas adeptas a los gustos particulares de las direcciones de los partidos, la oportunidad para líderes o personas de la comunidad que realizan desinteresada e incansablemente su labor de servicio público es casi que anulada de tajo por el nepotismo, las alianzas entre amigos y los avales con fines clientelistas. Este 27 de octubre pasará a la historia como una de las fechas en que la ciudadanía se reveló contra estas incongruencias y contra estas desproporciones que han modificado el sistema político colombiano en una empresa electoral, empresa que genera incluso mejores utilidades, que muchas sociedades de carácter comercial en nuestro entorno.
Es menester hacer una reflexión más allá del resultado político adverso, es necesario revisar las estructuras partidistas desde el punto de vista sustancial, los partidos requieren volver a sus bases ideológicas y en ese entender requieren plantear estrategias que vinculen a los jóvenes, a los emprendedores, a los artistas, a los intelectuales, a los empresarios y a los sectores desprotegidos, los partidos deben regresarle a la gente la seguridad filosófica que han edificado a lo largo de la vida republicana de nuestro país y afianzar su propósito único; el de unir un grupo de ciudadanos con convicciones ideológicas afines para llegar al poder a través de los mecanismos electorales disponibles al interior del sistema democrático.
Este es un llamado para los directorios municipales, distritales y departamentales de los partidos, así mismo una convocatoria para los honorables representantes y senadores para fijar una agenda legislativa que mitigue las abismales diferencias que hoy en día existen entre los ciudadanos de a pie con la organización partidista y en ese entender hacer estructuras incluyentes, representativas y lo más importante, ajenas a las prácticas tradicionales que tanto daño le han hecho a la institucionalidad de nuestro Estado.
PD: Un reconocimiento especial para el Gobierno nacional, las autoridades electorales y la fuerza pública, por el desarrollo de un certamen electoral impecable, en paz, con absoluta tranquilidad, estos siempre serán elementos esperanzadores para nuestra institucionalidad.
Para la doctora Claudia López, la mejor de las suertes y la disposición como bogotano de acompañarla en los propósitos de una ciudad cada vez mejor para los ciudadanos que en ella vivimos.