Los partidos políticos hechos pedazos

Opinión Por

Una de las importantes características de la actual campaña presidencial, es que ver la forma como coinciden la desafección con los partidos políticos, y la gran división interna en los mismos para apoyar a los candidatos.

En las regiones es más notable, un clásico partido en una región de la costa caribe puede tener varios líderes que se han dividido alrededor de varios candidatos presidenciales, incluso sin tener en cuenta el candidato que oficialmente apoya su colectividad.

Por ejemplo, los partidos cristianos han visto en las últimas dos semanas como institucionalmente el MIRA, Partido Somos y Colombia Justa-Libres están en la campaña de Iván Duque, pero muchos de sus líderes, excandidatos, y hasta congresistas electos, acompañan a Germán Vargas Lleras, y que no decir de lo que pasa en las regiones con el Partido Liberal, el Partido Conservador, o la desbandada de polistas a la campaña de Gustavo Petro.

En el caso de la elección de 2018 el escenario es ideal, pues no tenemos un candidato-presidente, y de forma similar a 2010 aunque los partidos tradicionales tengan decidido desde su cúpula el apoyo a uno u otro, sus bases se dividen. Ya se advertía que la división de la centro-izquierda entre De La Calle, Fajardo y Petro, le pasaría factura a un electorado disminuido, mientras un resto más conservador se debate en las candidaturas de Vargas y Duque.

La cohesión, o capacidad de los partidos de mantener su unidad en todo nivel (aunque se use más este término para evaluar la unidad de ese partido en el Congreso), se ha convertido en una verdadera caricatura de la campaña, sea por la falta de dientes en su disciplina interna, o por un claro desacuerdo con la decisión de las directivas del partido, muchos líderes de las bases hacen burla de esas banderas.

¿Le importa al ciudadano?

Ante la gran desafección y fuerte crítica de la opinión pública a todos los partidos, a los ciudadanos no parece importarles la incoherencia de algunos líderes regionales de apoyar banderas que claramente no representan en nada la escasa agenda programática adelantada por cada colectividad en los últimos 4 años.

Sin importar quién sea el presidente, su primer reto será unir a los partidos políticos en el Congreso y en las regiones, para hacer viable su agenda, una misión con “orejas de burro” pues varios de ellos son quienes en campaña han promovido la ruptura al interior de las colectividades. No sorprende que existan candidaturas a las que no les importe mencionar esto.

Los casos menos críticos de partidos alineados con sus candidatos, son curiosamente los casos donde la cohesión es más efectiva, como el caso del Centro Democrático que a pesar de tener fugados se la juega en su inmensa mayoría por su candidato, una tarea que inició con el método de elección de ese candidato, continuó con la entrega de liderazgos de campaña a las facciones de ese partido y otros grupos luego de la consulta del 11 de marzo, y termina con la mejor arma disciplinaria que poseen: la voz de su máximo líder el expresidente Álvaro Uribe.

Esto no significa que la fórmula mágica para mantener a un partido unido sea tener un máximo caudillo, que a manera de verdugo tenga a sus filas alineadas so pena de su reprobación pública, es más bien un llamado, primero a los partidos, pues la falta de uso de instrumentos efectivos para su unidad no mejorará el rechazo ciudadano que hoy poseen, y segundo, un llamado a los ciudadanos, para que observen no sólo los ideales de su candidato, sino también la forma como estos llegan, expanden y mantienen el poder de sus colectividades.

Lo ideal sería que un trabajo colectivo, mueva a los partidos de élites que toman decisiones, a medios para que los ciudadanos tomen decisiones.

Politólogo, con énfasis en comunicación política. Dirigió el programa Politizate, de Poliradio. Trabajador incansable por la participación ciudadana y el control social.