Las últimas encuestas han estado sometidas a un inmenso debate. Quizás una de las teórias sobre el repunte de Iván Duque, y que ha sido compartida por personalidades como Daniel Coronell, o Daniel Samper, afirman que el paso a segunda vuelta de Gustavo Petro, sólo logrará la victoria de Duque, y no parece descabellada.
Quizás una interesante fuente de datos para tener en cuenta son los resultados de la encuesta de Invamer, que, si bien reflejan lo que ya se venía criticando a la encuesta de Yanhaas sobre el indiscutible liderazgo de Duque, revelan un poco mejor el fenómeno que Coronell y Samper sostienen.
A continuación, intentaré sostener lo que considero es la demostración perfecta de ese análisis, y es que: en Colombia hay más antipetrismo que antiuribismo.
La intención de voto de Duque (45,9%), Petro (26,7%), Fajardo (10,7%), Vargas (6.3%) y De La Calle (5%), no serían solo el coletazo de las consultas del 11 de marzo, sino también un interesante indicador sobre el repunte del candidato uribista, la pregunta fundamental es ¿De dónde viene la intención de voto de Duque?
Lo lógico sería que los votos de base de un partido político se vean reflejados en el candidato que ese partido apoya, pero lejos de esa realidad, el electorado colombiano demuestra que su voto a la presidencia está guiado más por el voto “contra que” que el voto “a favor de”.
Aquí comienza el problema, en la medida que Petro se ve como el candidato más viable para ir a la segunda vuelta con Duque, el electorado que se supone apoya a los demás candidatos, prefiere votar por uno que eclipse al que no deseen que llegue, y es por eso que en la encuesta de Invamer las personas que se identifican con partidos diferentes a Centro Democrático o el Partido Conservador, prefieren la opción de Duque, el 33% de la U, 34% del Partido Liberal (solo el 21% de los que se identifican rojos votaría por De La Calle), o 35% de quien se declara independiente, pero más curioso aún el 40.3% de quien afirma ser de Cambio Radical (Solo el 27.3% votaría por Vargas), un efecto al que ya me referiré.
En las regiones, por ejemplo, mientras más crece Duque, más decrece Fajardo, en Antioquia el candidato uribisa subió al 56%, en el Eje Cafetero al 58%, las mismas zonas donde Fajardo a finales de 2017 lideraba sobre todos los candidatos, y ni que hablar de su subida en Bogotá donde Petro aunque lo derrota con un 40% de la intención de voto, Duque sube al 32%, con el Centro Democrático como el partido más votado de la ciudad en la Cámara de Representantes.
El efecto dómino de la capital es muy curioso, aunque la Alianza Verde tiene una importante votación en Cámara y Senado en esta ciudad, la mala imagen del alcalde de Bogotá parece trasladar apoyos a Petro, y el liderazgo de Petro enfoca a sus detractores de todas las orillas políticas a apoyar a Duque.
Los parlamentarios ya se encuentran en tensión, saben que pueden ser coherentes apoyando su candidato, o apoyar a quien crean que va a ganar (la vieja confiable), y con una intención de voto tan alta, ven al antes inexperto Duque, montado en el bus de la victoria en primera vuelta, y eso afecta principalmente a Vargas Lleras.
En la columna anterior me referí a este hecho, la alianza con políticos que tradicionalmente viven de su maquinaria depende de la capacidad del victoria del candidato, las traiciones tempranas llegan cuando ese candidato se desinfla, algo que parece padecer el candidato de Cambio Radical, por ejemplo en el Caribe, donde Duque con un 47.8% de la intención de voto derrota a German Vargas, quien se supuso era el rey de la región, con alianzas que pasaban por los Char, hasta varias de las casas más grandes de Córdoba y Magdalena, pero nada de eso se ve en las encuestas.
Ahora bien, Fajardo intenta jugar su última carta buscando una alianza con De La Calle, pues sabe que concentrar al centro en una sola candidatura podría mostrarlo como un candidato viable para segunda vuelta, y eso más que debilitar a Petro, mermaría a Duque.
Finalmente, las próximas semanas son decisivas, Petro que solo subió 0.3% podría estar llegando a su techo finalmente, más aún con una imagen negativa que iguala la positiva, y Duque tendrá que demostrar que puede seguir arriba, mejor dicho: que comience el juego.