El pasado sábado 8 de julio, Claudia Gurisatti, directora del noticiero del Canal RCN y NTN24, denunció ser objeto de un matoneo en redes sociales que ponía en riesgo su seguridad personal. El episodio que dio origen a esta situación se originó con una entrevista publicada en el diario El Tiempo, en la que el vicepresidente de la República, Óscar Naranjo, afirmó que «el Centro Democrático desinforma y, en algunos casos, miente» (sic). El Noticiero RCN, en su sección denominada ‘Sí-No’, hizo una encuesta vía Twitter en la que consultó a la ciudadanía si estaba de acuerdo o no con dicha afirmación. La encuesta arrojó como resultado que el 63% de los participantes estuvo de acuerdo y el 37% en contra. Sin embargo, los resultados publicados en la emisión del noticiero fueron diferentes, estando el 59% de los participantes en desacuerdo con la afirmación del vicepresidente y solo el 41% a favor. La reacción popular no se hizo esperar, en cuestión de minutos el hashtag “#GurisattiAUCN24” se hizo tendencia en redes sociales, aludiendo a la línea editorial ultra derechista que se le imputa a la periodista.
La diferencia en el resultado fue justificada argumentando que se habían realizado dos encuestas en forma simultánea: una en Twitter y otra en la página web del noticiero, siendo publicado en televisión el resultado de la segunda encuesta, en la que mayoritariamente el resultado había sido el desacuerdo de lo afirmado por el vicepresidente. Así mismo Claudia posicionó en redes sociales el hashtag “#PeriodismoHonestoRCN”, resaltando la integridad de su trabajo. Integridad que podría cuestionarse cuando se hace una misma encuesta por varios canales y se selecciona para publicar el resultado que más se ajusta a los intereses propios.
Los periodistas en el ejercicio de su profesión merecen toda la protección del Estado. Eso sí, debe hacerse énfasis en que una cosa es opinar y otra informar al público; la opinión puede ser libre, la actividad de informar no. El derecho constitucional a la libertad de prensa no es absoluto sino que debe ser ejercido en forma veraz, imparcial y con responsabilidad social (artículo 20, Constitución Política).
Según la Ethical Journalism Network (Red de Periodismo Ético), para que la actividad periodística pueda ser considera ética deben cumplirse cinco principios: 1. Verdad y Precisión; 2. Independencia; 3. La equidad y la imparcialidad; 4. Humanidad y 5. Responsabilidad. ¿Puede Claudia Gurisatti afirmar que su ejercicio profesional cumple con estos postulados? Desde que ella asumió la dirección de noticias RCN, los temores que existían respecto a un posible sesgo ideológico en la presentación de la información al público se convirtieron en una realidad y los ataques a la figura del presidente Juan Manuel Santos y al proceso de paz desde ese noticiero son parte de la cotidianidad.
Es legítimo tener reservas frente a un tema tan complejo como el proceso de paz, lo que no resulta admisible es que se presente la información en forma tal que genere polarización y negativismo en la ciudadanía. Después de ver una emisión del noticiero RCN, que funge como caja de resonancia de las más duras tesis del uribismo, queda la impresión de que el país nunca en su historia había estado peor de lo que estamos en este momento; ni siquiera en las épocas del “despeje” en el municipio de San Vicente del Caguán, ordenado por el expresidente Pastrana en medio de su catastrófico intento de paz con las Farc. Incluso la senadora Claudia Lopez, caracterizada por no tener filtro al hablar, se manifestó públicamente sobre el evidente sesgo en una transmisión en vivo del noticiero en la cual se hicieron varias aseveraciones incorrectas respecto del contenido de los acuerdos suscritos en La Habana.
Pero el periodismo de Gurisatti no solo es parcializado hacia la extrema derecha del expresidente Uribe sino también en defensa del grupo empresarial al cual pertenece el canal RCN, la Organización Ardila Lülle. ¿Cómo olvidar la guerra que el noticiero RCN le declaró al impuesto propuesto en la reforma tributaria que gravaba a las bebidas azucaradas sin hacer explícito su conflicto de interés? Dicho impuesto, sustentado en recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud, afectaba directamente a ese conglomerado empresarial, dueño de Postobón -la empresa de gaseosas más grande del país-, y de los ingenios azucareros Incauca y Providencia. La defensa del negocio se impuso al autoproclamado “periodismo honesto”.
Al contrastar la labor informativa de Claudia Gurisatti con los principios que rigen el periodismo ético podemos observar que no solo no cumple con estos sino que, por el contrario, estamos ante un “periodismo” que manipula la verdad, carente de objetividad, parcializado e irresponsable. No se puede pretender desinformar al país, y al mismo tiempo exigir a la ciudadanía que guarde silencio absoluto frente a tal conducta. El derecho constitucional a la libertad de prensa existe, así como también el derecho constitucional a la libertad de expresión. No es matoneo el decirle a Claudia la verdad: lo que ella hace no es periodismo ni nada que pueda parecérsele. Respecto a las amenazas que algunos desadaptados le han hecho, debemos manifestar nuestro rechazo absoluto.
Dice un viejo adagio “dime de qué presumes y te diré de qué careces”, la vehemente reivindicación que hace Gurisatti de la honestidad de su trabajo lo dice todo.