Se aproxima la jornada electoral del 29 de mayo para elegir al nuevo presidente de la República y el panorama cada vez se siente más agitado en todos los rincones de Colombia.
No es para menos, el país anhela hoy un cambio y un viraje en su modelo de gobierno, para nadie es un secreto que los últimos veinte años, las grandes transformaciones que requiere Colombia no se han visto, han estado ausentes; cada vez es más evidente la corrupción, el desempleo, la pobreza, la inseguridad, todos fenómenos complejos que hay que atacar, pero que si seguimos eligiendo gobiernos que representan la continuidad del anterior, seguramente nuestro destino será condenarnos a seguir viviendo en ese círculo vicioso que hoy llamamos modelo de gobierno.
Pero ese modelo de gobierno ya cumplió su vida útil y Duque parece ser el llamado a entregarle las banderas del cambio a un gobierno progresista y de avanzada que, represente la transición al cambio, ese cambio que hoy piden a gritos millones de colombianos.
Y dentro de esa amplia baraja de candidatos, el único que ha propuesto un modelo de desarrollo diferente, basado en combatir la pobreza y desigualdad social, a garantizar educación y salud de calidad, a plantear una política del amor y no de la muerte, a impulsar una política de protección ambiental, igualdad de género, cambios en la industria extractiva, a combatir a los corruptos, etc etc, es Gustavo Petro.
La gente ya se hastió de querer más de lo mismo y por eso le apuestan al candidato del cambio, la “Petromanía” se siente con fervor en todas las regiones colombianas y así queda ratificado en las últimas encuestas, como la del Centro Nacional de Consultoría, que da como absoluto ganador a Gustavo Petro, en todos los escenarios, tanto en primera, como en segunda vuelta.
Ante ese panorama Petro, se hace imparable, desde el principio de esta campaña presidencial se perfiló como el favorito de los colombianos, su triunfo dentro de unas pocas semanas, parece ser inminente. El grito de victoria llegará pronto, no ha sido fácil porque es enfrentar al poder de la ultraderecha aceitado por el poder económico que le inyectan los poderosos de este país representado en banqueros, empresarios y muchos sectores de la pequeña élite nacional que a todas luces no les conviene un gobierno distinto al que siempre los ha favorecido con prebendas y gabelas económicas.
Quienes rodeamos a Petro, creemos y confiamos en él, sabemos de sus capacidades, vemos que es el único presidente que podrá reformar a este país, sólo tenemos que darle la oportunidad en las urnas para que ese cambio que hoy todos queremos, se consolide a partir del siete de agosto.
La fuerza social de millones de colombianos parece imparable, nadie detendrá la voluntad popular de la gente, el momento llegó y es ahora, así que ¡vamos por Colombia!
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