Es difícil entender que después del hara-kiri que le hizo el expresidente Cesar Gaviria al entonces candidato por ese partido Humberto De La Calle, por su traición a un hombre de principios con lo cual sepulto al partido liberal, y se dieron muestras de la más alta deslealtad a un candidato y a los liberales en el país, vendiéndose los ideales y principios de lo que significa ser liberal y la misma ideología del liberalismo, ahora los delegados en la convención de ese partido, lo reeligen por dos años más para que sea el jefe único de ese partido, produce no solo rabia, sino vergüenza y cinismo absoluto.
Si los demócratas del liberalismo como lo fueron Alberto Lleras Camargo, Carlos Lleras Restrepo, Luis Carlos Galán Sarmiento y Jorge Eliecer Gaitán vivieran para ver semejante fatalidad, volverían a morir de decepción, pues como lo dijo en su momento Galán, el partido liberal necesita reformarse y modernizase en su interior, así como la democratización de sus mecanismos de funcionamiento.
El partido se ha convertido en un recaudador de votos, de clientelismo y de mermelada, y así lo dejo ver cuando se unió para respaldar la candidatura del hoy Presidente de la República, y de apoyar algunas elecciones en el congreso.
Galán fue un visionario, pues dijo que “Colombia no necesitaba ideas excepcionales para salir adelante, sino fundamentalmente sinceridad en sus dirigentes.”, y en el país eso es lo que falta, además de líderes que piensen en el bien común de los colombianos y que le devuelva la confianza a los partidos, la coherencia y la razón de ser de la política.
Galán cuestionó la escasa ideología que existía dentro del partido liberal y “tuvo claro que era necesario avanzar en la denuncia del clientelismo y de la corrupción al interior de las colectividades”.
Hoy sigue vigente el legado de Galán y cada vez se hace más urgente la reforma de los partidos políticos como la única alternativa para resolver no solo la crisis por la que atraviesa el país, sino la debilidad de nuestra democracia. Los partidos se quedaron sin ideales y reales plataformas políticas, pues la corrupción y la similitud en su demagogia y en el sectarismo, los caracteriza por igual.
Urge que los colombianos tengamos educación política para devolverle a la política su ética y su grandeza en la forma de practicarla, pues esta debe dar soluciones a través de políticas de Estado de largo y mediano plazo para responder a las necesidades que el país presenta en términos económicos, sociales y políticos.
Como lo dijo Galán, urge depurar la política para que se acabe la permisibidad de las componendas, mermeladas, el clientelismo y la corrupción. Hay que devolverle al país y a los partidos la grandeza que deberían tener, tal como lo dijo en su momento Álvaro Gómez Hurtado.
Un verdadero liberal es el que mencionó Galán, es decir, es el que invierte en democracia, en paz, en justicia social y en obtener una mayor igualdad sobre las ideas liberales.
Los liberales deben tomar conciencia de los problemas actuales de la sociedad colombiana, deben permitir que otros los dirijan, con ideas nuevas y alternativas reales, y no haciendo componendas para no quedarse sin una porción de la burocracia, ni haciendo alianzas con partidos que van en contravía de sus propios principios.
Recordemos una vez más lo dicho por Galán: “Si modernizamos nuestras instituciones y nuestras conductas políticas para integrarnos como una verdadera Nación unida y solidaria, nadie ni nada podrá detener el progreso de Colombia”.
El partido liberal debe recuperar el respeto de sus seguidores pues esto es lo importante, y no el caudal electoral que se obtenga creando falsas expectativas.
Criticar al hoy jefe de estado, no sirve de nada, cuando debió desde un principio mantenerse leal a sus principios y recordar la filosofía y los ideales que como partido se tiene. Es tarde llover sobre mojado.
Reprochar cuando participa el expresidente Gaviria de la burocracia Duque con los nombramientos de su hija y esposa en altas posiciones, no es coherente, como tampoco lo es, el quedarse callado ante las elecciones que se llevaron a cabo y las que se avecinan, del fiscal general de la nación, del defensor del pueblo y próximamente del procurador general de la nación, cuyos candidatos no presentan la imparcialidad que la justicia y la democracia demandan, sino que responden al amiguismo de siempre.
Se debe dar paso a los jóvenes, a las nuevas ideas, para reconstruir el partido y la democracia.