¡Qué país! A quejarnos al mono de la pila

Opinión Por

Recientemente escuchamos en las noticias sobre las posesiones de alcaldes, y en particular la  del señor Manuel Cadrazco quien estando en la cárcel se posesiono como alcalde de San Benito Abad, en Sucre.

Este personaje se encuentra recluido por ser al parecer el autor de los delitos de lavado de activos y enriquecimiento ilícito según noticias de RCN de fecha 29 de diciembre de 2019 titulada “Alcalde electo de San Benito, Sucre se posesionó en la cárcel”, y lo más curioso, es que se posesionó por tercera  vez como jefe del poder ejecutivo del municipio antes mencionado, para el período comprendido entre el 2020 al 2024.

Lo que llama la atención es que según versiones de prensa de la FM de fecha 30 de diciembre de 2019 titulada “Alcalde electo en Sucre se posesionó estando en la cárcel”, el Consejo Nacional Electoral (CNE) le solicitó formalmente a la Superintendencia de Notariado y Registro para evitar avalar posesiones a mandatarios que estén privados de su libertad. Se abstengan de recibir juramento a los mandatarios electos que se encuentren detenidos, señala la carta enviada al superintendente de Notariado y Registro, Gustavo Enrique Aroca.

Lo anterior, nos deja una pregunta, y es si existía esta solicitud del Consejo Nacional Electoral, ¿cómo es que se llevó acabo la posesión ante unos testigos, y se pudo registrar ese documento ante un notario?, pues versiones de prensa señalan que incluso en este acto participaron miembros del Inpec.

Este hecho más que insólito es vergonzoso, y es el claro ejemplo de una sociedad que ha perdido el norte, el sentido de los valores y de la cultura de la legalidad.

Es una sociedad producto de la corrupción. Cuando se vive entre anti valores, estos terminan por parecer normales, y todo es aceptable.

¿Cómo recuperar un país, cuando una comunidad elige a una persona con antecedentes judiciales y en la cárcel?. Lo peor, es ¿cómo rescatar al país de esta cultura ilegal y corrupta?

Necesitamos la unión de todos para reconstruir el país y crear una cultura ciudadana de aprecio a la legalidad, solo así podremos garantizar la gobernabilidad, la democracia y el futuro de cada colombiano. Al paso que vamos, caminamos directo a una Venezuela II.

¡Qué país, el nuestro!. Y después nos quejamos de la corrupción, cuando los mismos colombianos la apoyan y eligen a personas que representan la ilegalidad y los antivalores.

Ex-diplomática. Abogada, con una Maestría en Análisis Económicos y en Problemas Políticos de las Relaciones Internacionales Contemporáneas, y una Maestría en Derecho Comunitario de la Unión Europea. Autora del Libro, Justicia transicional: del laberinto a la esperanza.