¿Quijotesco, oso, o encerrona?

Opinión Por

El miércoles 23 de enero de 2018, desde el Palacio de Miraflores, Nicolás Maduro anunció la ruptura de relaciones diplomáticas y políticas con Estados Unidos, mientras que , Juan Guaidó, se juramentó horas antes como presidente encargado de Venezuela.

Las relaciones entre Colombia y Venezuela han atravesado por circunstancias diplomáticas difíciles, en particular durante los gobiernos de los ex presidentes Uribe y Duque versus Chávez y Maduro, sin dejar de mencionar los roces que al final del segundo mandato del ex presidente Santos se tuvo con su homólogo venezolano.

El 23 de febrero de 2019  a través de un comunicado oficial, el presidente venezolano Nicolás Maduro rompió relaciones diplomáticas y consulares con Colombia, y le dio a los diplomáticos colombianos acreditados en ese país 24 horas para que lo abandonaran, y les dio garantías de conformidad con lo establecido en el artículo 45 de la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas y el artículo 27 de la Convención de Viena sobre Relaciones Consulares.

En hechos recientes relacionados con el caso de la ex congresista Aida Merlano por el partido conservador quien fue detenida en el vecino país en la zona de El Milagro de Maracaibo, desencadenó nuevamente un roce diplomático entre los dos países, en el que el presidente Maduro ofrece a Colombia el restablecimiento de las relaciones consulares, pues al parecer según noticias en televisión del canal Caracol de fecha 30 de enero del año en curso, no es el único arresto que han realizado las autoridades de ese país, en cumplimiento de lo gestionado por la Interpol.

Ante esta situación, el presidente colombiano le ha pedido al presidente interino Juan Guaido que la señora Merlano sea extraditada al país, por lo cual el mandatario Maduro le ha respondido que quien tiene el control de las Fuerzas Armadas del país es él, y califico de ridiculez la actitud de su homólogo colombiano.

De igual forma, El presidente Duque ha desestimado este ofrecimiento, pues lo considera sin garantías.

Toda esta situación parecería ser un cuento de Macondo narrado por Gabo, pues lo que no se puede desconocer es que quien tiene realmente el poder en Venezuela es Nicolás Maduro y no Juan Guaido.

Toda esta quijotada, le permite al presidente Maduro sentarse en la razón y ridiculizar a nuestro presidente.

El ofrecimiento del Sr. Maduro no significa que desea que se reanuden las relaciones diplomáticas pues la Convención de Viena sobre las relaciones consulares del 24 de abril de 1963 en su artículo  6 numeral 3 dice: “3. La ruptura de relaciones diplomáticas no entrañará, ipso facto, la ruptura de relaciones consulares.”

El tema es complejo para el presidente Duque, pues le es difícil hacer extraditar a Aida Merlano sino cuenta con el apoyo de quien tiene en verdad el poder y mando en Venezuela, y a quien considera dictador.

Si desea utilizar el mencionado artículo relacionado con “El ejercicio de funciones consulares fuera de la circunscripción consular”, es decir, lo señalado en los dos artículos siguientes que hablan sobre el “Ejercicio de funciones consulares en terceros estados”, o del “Ejercicio de funciones consulares por cuenta de un tercer estado”, tendrá que pasar obligatoriamente por Maduro, quien ejerce el control de las fuerzas militares y de policía de ese país.

Lamentablemente el cerco diplomático que  Duque quiso hacerle, no le ha funcionado, sino que por el contrario lo ha fortalecido, dejando al señor Guaido como simple presidente de papel.

Y hablando por cierto de este último personaje, parecería ser que le falta mucho conocimiento del manejo diplomático y del derecho internacional, pues para nadie es un secreto su falta de tino en su reciente visita al país, cuando en su discurso realizo un acto de intervención en los asuntos internos de nuestro país, insultándolo, pues se pensaría que estaba en una manifestación política en su querida Venezuela.

El hecho de que no nos guste el señor Maduro y que no estemos de acuerdo con sus actuaciones antidemocráticas y alejadas del derecho, de toda retórica y lógica, no implica desconocer que él continúa con la sartén por el mango, y que está lejos de abandonar el poder, o de dejarse derrocar tan fácilmente.

Lo que se evidencia, es que el Gobierno colombiano en lugar de pensar en solucionar los innumerables problemas que afectan en el país con la falta de seguridad, la corrupción, la muerte de líderes sociales, y demás temas espinosos, pues la lista es larga, el establecimiento se ha dedicado más en meter la nariz en el vecino, que en los asuntos domésticos que tanto requieren de su atención y pronta solución.

Esto no significa que no debamos ser solidarios con nuestros hermanos venezolanos y que respaldemos el  principio y el espíritu internacional de que la democracia se implante en cada rincón del universo, pero lo que no se puede negar, es que a nuestro gobierno le han faltado tino y alta diplomacia, pues lo único que hemos venido haciendo en el escenario internacional, es el oso, y jugando al doble discurso político.

Ex-diplomática. Abogada, con una Maestría en Análisis Económicos y en Problemas Políticos de las Relaciones Internacionales Contemporáneas, y una Maestría en Derecho Comunitario de la Unión Europea. Autora del Libro, Justicia transicional: del laberinto a la esperanza.