Los resultados electorales del pasado 13 de marzo reflejan varios aspectos. El primero de ellos, es evidentemente la sed de cambio de los colombianos. El segundo, la falta de conciencia de algunos compatriotas que eligieron senadores y votaron por otros candidatos que están investigados por distintos delitos lo que refleja la carencia de valores por parte de nuestra sociedad.
El tercer aspecto es que el Centro Democrático votó en las elecciones de consulta, posicionando a Fico Gutiérrez como su candidato de la derecha, aspecto que ya se preveía. El cuarto tema es que Alejandro Gaviria e Ingrid Betancourt le hicieron mucho daño a la Coalición de la Esperanza con sus peleas y su falta de ética para con sus compañeros de esa alianza.
Por último, si bien es cierto que Gustavo Petro tiene su propia fanaticada y que su votación refleja el descontento de una gran parte de la sociedad colombiana, también lo es que muchos sin ser petristas votaron por él para exacerbar el terror que se aproxima en caso de que llegue a ser presidente, quedando de esta manera en el mismo escenario de las elecciones pasadas en la que los colombianos que se dejaron convencer por el lema Petro igual a Maduro, votaron por Duque sin ser de derecha y en contra del candidato de izquierda.
Algunos políticos no se han dado cuenta de que este es el resultado de su propio invento, de no escuchar el clamor de la Colombia olvidada por un cambio y por una mayor inversión social a fin de tener lo que es justo, es decir calidad de vida y seguridad; esta última no se construye solo con pie de fuerza sino con justicia social y mejor repartición de la torta en la que todos puedan comer un pedazo.
Incentivar ahora el argumento del populismo no funciona, pues estamos terminando un gobierno populista que perdió el año, cuyo partido lo exaspero con una ferocidad que llevo al aumento de la polarización del país, al incremento de la violencia agravando así las brechas sociales.
Lo cierto es que Sergio Fajardo tendrá una ardua labor para atraer a los colombianos que no votaron, a los que votaron en blanco, a los escépticos, a los de otros partidos y a los jóvenes que representan un buen porcentaje de la población apta para votar.
De otra parte, queda un sin sabor cuando se conoce en las noticias de prensa que ganaron una curul en el senado personajes como Arturo Char, Mario Castaño y Piedad Córdoba quienes se encuentran investigados por diversos presuntos delitos.
Así mismo es indignante que el hijo del paramilitar Rodrigo Tovar Pupo alias Jorge 40 haya logrado ganar una curul de paz. Nos preguntamos entonces qué es lo que significa ser víctima de la violencia. Parecería que los pájaros le tiran a las escopetas y en este sentido deja un sabor de inmoral y antiético que el hijo de un paramilitar resulte siendo tratado en las mismas condiciones de un desplazado, de una persona agredida sexualmente, o de una familia a la que le han matado a sus seres queridos, o de otra obligada a formar parte de grupos violentos.
Esa clase de goles a la democracia y al proceso de paz, es un insulto a las verdaderas víctimas que buscan de diversas formas obtener la reconciliación, la paz y la inclusión.