La polémica que se ha generado en los últimos meses en Colombia frente a la renta básica universal, con cierto tinte populista, ha congregado a diversos exponentes que, desde distintas aristas políticas, plantean sus ideas frente a esta propuesta que se creó a raíz de las vicisitudes y los retos que han marcado esta pandemia mundial; si bien, es de esperar que este tipo de propuestas afloren después del reto económico para el sector productivo que ha ocasionado la COVID-19, ya que estamos frente a varios hechos importantes, cifras históricas de desempleo, una perspectiva lúgubre del crecimiento y con una tendencia hacia una posible deflación, que hace que la renta universal sea una propuesta muy llamativa tanto para los políticos como para las personas en general.
La renta básica universal se define como la garantía en la asignación monetaria a todas las personas en el país independientemente de su situación particular, es, por tanto, una visión igualitaria para poder combatir problemáticas tan marcadas en Colombia como lo es la pobreza que, bajo esta política social redistributiva, que tienen como fin disminuir las desigualdades sociales, pero esto presenta enormes retos tanto económicos como sociales. Lo más doloroso del asunto es que muchos políticos están utilizando y utilizarán esta propuesta en las próximas elecciones.
Pero, ¿es realmente viable?, dentro de las investigaciones y proyecciones realizadas por el Observatorio Fiscal de la Universidad Javeriana [1], calculan que solo para garantizar una renta básica de $125.926 mensuales a las personas que se encuentran dentro de la línea de pobreza extrema, el esfuerzo fiscal sería de unos $54 billones de pesos, y si se incluyera las personas que están dentro de la línea de pobreza el gasto aumentaría a $166 billones de pesos. Ahora bien, si se entrega un salario mínimo, el costo aumentaría a $424,6 billones lo que equivale al 40% de nuestro PIB.
Desde esta perspectiva económica se podría aseverar que es casi imposible dar garantías para brindar una renta a las personas en condición de pobreza y pobreza extrema. Se trae a colación el caso de Finlandia que para el 2017 [2], implementó la idea de el “ingreso mínimo incondicional”, donde su población objetivo eran las personas desempleadas, este programa propendía a incentivar a la consecución de trabajo, sin embargo, los resultados obtenidos demostraron que no ayudó a los desempleados a conseguir trabajo en la proporción esperada, ahora bien, haciendo la comparación de un país como Finlandia que tiene una diferencia en el PIB Per Cápita muy marcada con relación a Colombia, ¿qué resultados se obtendría en el país? .
El comentario de uno de los beneficiarios de esta política precisó: «No puedo decir que el ingreso básico haya cambiado mucho mi vida. Sí lo ha hecho psicológicamente, pero no mucho financieramente», esto nos deja de lección que, a fin de cuentas, los efectos de este tipo de políticas son paliativos frente a una problemática mayor como lo es la pobreza.
Es cierto que no se puede pretender comparar Finlandia con Colombia, pero lo tomamos como ejemplo por ser un país que intentó realizar un programa de esta envergadura como propuesta de mitigación de la desigualdad.
Esto enfrenta una realidad de la idiosincrasia a la que los colombianos estamos acostumbrados: “el vivo vive del bobo”, una cultura que se ha arraigado en nuestra sociedad dentro de la visión de «conseguir las cosas con el más mínimo esfuerzo», pero deberíamos reflexionar sobre las consecuencias, que claramente serían contrarias a las esperadas dentro de este proyecto, adicionalmente esto también tiene el condicionante de una sociedad plagada de corrupción dentro de todas las esferas sociales.
La renta básica universal es una propuesta populista que enarbolaran los políticos con el fin de enamorar a sus votantes en las próximas elecciones, esto llevará a muchos incautos a creer ciegamente en que esa persona podrá mitigar su precaria situación, por eso debemos entender cuál sería el costo de esta propuesta para partir de allí y entender que su posibilidad es casi nula.
No es ser pesimista o irnos a un negacionismo de una idea que es necesaria para combatir de primera mano la pobreza, pero podríamos repensarla desde una renta básica que esté condicionada al empleo siempre y cuando los ingresos de su trabajo no superen el salario mínimo, y a partir de ese umbral, perdería el derecho a la prestación; o beneficiario que supera un nivel de ingresos procedentes del trabajo no pierde el derecho a la renta básica universal, pero su cuantía se ve reducida.
Referencias:
[1]Dinero, (2020). ¿Qué tan viable sería una renta básica en Colombia?. Recuperado de: t.ly/rR5w
[2]BBC, (2020). Renta básica en Finlandia: por qué fracasó este experimento de dinero gratuito para desempleados. Recuperado de: t.ly/opgS