Sobre la desaparición de Santrich y su ausencia en medio de su esquema de seguridad es un hecho muy lamentable, muy delicado. Es temprano para dar una opinión de fondo, sin embargo es un golpe muy duro al proceso de Paz, él tiene que presentarse a la JEP para responder a la justicia transicional como lo establece el acuerdo de Paz que él suscribió y también responder, especialmente, por decir la verdad y el tema de reparación de las víctimas.
Asimismo esperamos, al igual que la mayoría de colombianos que el señor Santrich atienda el llamado de la Corte Suprema de Justicia éste 9 de julio, ese sólo hecho podría reivindicar su compromiso con el proceso de Paz, de no acudir al alto tribunal, sería el detonante para que la polarización política se agudice y una bofetada a los colombianos, a las víctimas y al naciente partido FARC, pero sobre todo es un acto de supremo egoísmo personal porque le causa daño a sus compañeros de lucha.
Ahora bien, el camino para el hoy Representante a la Cámara, ha sido lleno de obstáculos legales. Desde su retorno a la vida civil fue privado de su libertad en la cárcel La Picota, afrontó un complejo proceso judicial con la Fiscalía General de la Nación y algo más grave: el pedido de extradición de los Estados Unidos por el delito de narcotráfico. Una vez superó ese tortuoso camino, Santrich pudo posesionarse como congresista en la Cámara, sin embargo, tan sólo 18 días duro como legislador y desapareció sorpresivamente.
Sobre este hecho sucedido hace apenas algunos días se han tejido distintas versiones principalmente en los medios de comunicación, se asegura que salió hacia Venezuela, que el ELN lo está protegiendo, que se reencontró con Iván Márquez en algún lugar de las selvas, en fin, diferentes versiones que se suman al inconformismo generalizado de la opinión pública nacional.
De confirmarse que Seuxis Paucías Hernández Solarte está en Venezuela sin autorización de la JEP, perdería sus beneficios, además tenía que haber pedido permiso al Congreso para salir del país por su condición de parlamentario. De todas maneras es un hecho muy grave que afecta enormemente la credibilidad que tenemos en el proceso de Paz y el compromiso de las FARC por cumplir al pie de la letra lo acordado en La Habana.
Lo que sí es claro, es que este episodio atiza la hoguera política y ya algunos sectores radicales, especialmente del partido de gobierno han sacado provecho y réditos políticos, logrando calar en la opinión pública nacional y generando un aire de zozobra y de desconfianza en los acuerdos.
Quienes hemos apoyado desde siempre y tenido credibilidad en el proceso de Paz con las FARC, esperamos que Santrich acuda primero al llamado de la Corte Suprema de Justicia y que lo propio haga ante la Jurisdicción Especial de Paz para que aclare su vinculación al caso 001 de esa justicia transicional.
Asimismo, la Misión de Verificación de Naciones Unidas ha hecho un pronunciamiento contundente donde recuerda los compromisos adquiridos por todos los excombatientes, compromisos que consisten en colaborar con el Sistema integral de Verdad, Justicia, Reparación y garantías de no Repetición.
Lo que sí es claro es que ante este hecho el Gobierno Nacional ha tendido una cortina de humo para desviar la atención de los colombianos sobre las grandes problemáticas nacionales que los aquejan y sobre los problemas del día a día de los ciudadanos. Como por ejemplo el alza en los combustibles, el desempleo creciente, los problemas de inseguridad ciudadana, incluso la vía al Llano ya dejo de ser una noticia que concentraba grandes espacios en los medios de comunicación, porque ahora los titulares de los noticieros le dan amplio despliegue al desconocido paradero del exguerrillero Santrich.
Esperamos que cuanto antes se solucione éste impase, que sean los tribunales los que decidan su futuro legal, que haya un acto de perdón y que se den garantías a la oposición por parte del Gobierno para que ejerzan su rol político.