Como científicos sociales normalmente no nos gusta centrarnos en el futuro, nos interesamos más en el presente, en algunos casos en el pasado, por esto, pienso que la riqueza del momento de incertidumbre y transformaciones que estamos viviendo se equipara a una guerra mundial, no quiero decir que estamos viviendo una guerra en el sentido tradicional, no obstante, este momento de la historia que vivimos desde el confinamiento desde nuestras casas, seguramente será un hito histórico, foco de estudios y análisis posteriores en el que la construcción de paz cumple un rol fundamental, especialmente en nuestro país.
Existen múltiples perspectivas para conceptualizar sobre la construcción de paz, por mi trayectoria profesional y personal, durante los últimos 7 años me he dedicado a intentar comprender la relación entre desarrollo rural alternativo y construcción de paz. Desde esta perspectiva y con un enfoque comunitario me he interesado en temas como mitigación del cambio climático, la producción sustentable y saludable de alimentos, la transformación de los países alimentarios, la innovación comunitaria y la construcción de economías de paz con enfoque territorial.
En este andar he encontrado que garantizar la seguridad y soberanía alimentaría de las personas en contextos rurales y urbanos es parte de llevar una vida digna, una sociedad que garantiza a las personas el derecho a la alimentación es más propensa a ser una sociedad pacífica. El último informe conjunto de las Naciones Unidas “El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2019” reporta que el hambre está creciendo en América Latina y el Caribe afectando a 42.5 millones de personas, es decir el 6.5% de la población de la región. De acuerdo a cifras de Unicef, una de cada nueve personas pasa hambre en el mundo, cifra que se incrementa en África y Latinoamérica.
Desde mediados de 2019 los estudiosos de las tendencias ya predecían que la mitigación del cambio climático, la seguridad y soberanía alimentaria serían tendencia en 2020, y en el contexto de pandemia esta tendencia se incrementó y se aceleró, de manera que no nos sorprende que cada vez más personas están preguntándose por el origen de sus alimentos, prefiriendo sano, local y sustentable.
Durante estos días de cuarentena en mi organización 3Colibrís se han multiplicado las solicitudes de canales de comercialización de alimentos orgánicos y agroecológicos, Me gustaría poder decir que la oferta se ha logrado adaptar a la creciente demanda, pero, realmente, por los problemas estructurales de la Colombia rural, dificultades de logística, de acceso a una adecuada infraestructura vial y de telecomunicación la organizaciones de productores se han visto en la obligación de parar la producción, inclusive en algunos casos se ha tenido que aplazar el corte de café en plena época de cosecha, causando grandes pérdidas y situándonos en un riesgo de que inseguridad alimentaria nacional
Esta situación permite entrever la necesidad de organizar comunidades de consumidores sustentables, para garantizar condiciones adecuadas a los pequeños agricultores del país. Como consumidores también tenemos muchas oportunidades de colaborar, promoviendo el desarrollo de esquemas de prosumidores que fomenten el encuentro cara a cara entre productor y consumidor, a través de circuitos cortos de comercialización, facilitar el acceso a financiación y mejorar las condiciones logísticas para reducir costos asociados a la distribución de alimentos.
Citando al economista inglés Ryann Avent, a medida que avanza la tecnología, la facilidad con la que cada persona puede convertirse en experta en múltiples ámbitos se hace menor, de manera que la colaboración y solidaridad se hace necesaria, especialmente en días de pandemia, afirma Avent, que las personas inteligentes deben estar cerca de otras para comunicarse ideas complejas y generar ideas aún mejores para resolver los retos que encaran en su día a día, y la garantía de la seguridad y soberanía alimentaria de los países es uno de ellos.
Hoy nadie conoce el desenlace de esta historia de pandemia, pero, estamos empezando a entender que necesitamos líderes a la altura de nuestros retos y realidades, y que las redes de solidaridad tienen un potencial nada despreciable de sobrellevar estos momentos, desde el plano personal, salvaguardando nuestra salud emocional, hasta el plano geopolítico. Esta es una oportunidad para que comencemos a buscar alimentos sustentables, y que busquen las mejores condiciones para los productores campesinos, como un avance para encontrar soluciones de construcción de paz y de soberanía alimentaria hechas a nuestra medida.
En colaboración con el Comité de Becas Pro Paz de Rotary Internacional- Distrito 4281, Colombia.