Aún no terminamos de sentir los coletazos del Covid y ya se yergue ante nuestros ojos, un fenómeno natural, alimentado por factores antrópicos, el cambio climático; este detona en fenómenos como los actuales incendios que azotan a los Estados Unidos y Bolivia.
En California, al oeste de los EEUU, las conflagraciones, según (EL PAÍS, 2020), han quemado 1,8 millones de hectáreas en los bosques de California, Oregón y el Estado de Washington. Al menos 34 personas han muerto y miles de casas han sido destruidas por el avance del fuego. La Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés) advirtió en un primer momento que el humo se dirigía hacia el océano Pacífico, pero el cambio de las corrientes de aire ha llevado el humo en la dirección contraria.
Ante esta situación, de manera utilitarista para su campaña presidencial, Trump, ha asumido su ya conocida retórica negacionista, aduciendo que los fuegos se deben a una mala gestión forestal y no a una crisis del clima. “No creo que la ciencia sepa lo que sucede”, rechazando así las advertencias de la comunidad científica sobre el calentamiento de la Tierra y sus efectos en el clima. Declaraciones que han llevado a que Biden su opositor político lo califique como un “pirómano climático”
Por su parte en Bolivia, más de medio millón de hectáreas de bosque se están quemando en Santa Cruz, una región al este de Bolivia, a las puertas de la Amazonía, que afronta dos años consecutivos de sequía y altas temperaturas. Esta situación ha llevado a la presidenta interina a declarar emergencia nacional, buscando recibir ayuda internacional para mitigar la catástrofe ambiental. En el diario (LA RAZÓN, 2020), afirma Áñez, presidenta interina boliviana, “Se nos ha preguntado si nosotros vamos a recurrir a ayuda internacional… decimos que vamos a recurrir absolutamente a todo que nos ayude a parar los incendios, a evitar la desgracia que vivimos el año pasado”.
Frente a estos fenómenos, en la mañana del 17 de septiembre Daniel Quintero, alcalde de Medellín publicó el siguiente mensaje en sus redes sociales, ” La crisis climática es la nueva pandemia. Incendios en Bolivia y California afectan el aire de ciudades a miles de kilómetros. Urgen acciones globales para evitar quemas en la Amazonía que afectarán la calidad del aire de Medellín y otras ciudades en los próximos meses”
Lo expuesto hasta el momento demuestra que los fenómenos derivados del cambio climático, requieren de una gobernanza climática global, lo cual conlleva a exigir que la diplomacia sea cada vez más polivalente por la acumulación de temas y problemas relacionados con el medio ambiente. El futuro de la gobernanza climática global dependerá de la acción glocal, ya que el cambio climático es un problema global con soluciones locales. Habrá que asegurar que las decisiones políticas, independientemente del color político de los líderes gubernamentales se ajusten a las agendas climáticas globales.
A modo concluyente, las pandemias han planteado problemas metafísicos importantes, respecto a la existencia del ser y de la vida. Pensar que la solución a la pandemia está únicamente en la ciencia es sesgado e inadecuado, ya que las pandemias han puesto de manifiesto las diferencias notables entre los países desarrollados y sub desarrollados, luchando entre sí por una lógica económica cuantitativa. La solución contra los fenómenos que amenazan la vida no está únicamente en la ciencia, sino también en una reflexión moral que nos posibilite desde el reconocimiento del otro, adentrarnos en un territorio metafísico, en el que nos identifiquemos como cosmopolitas habitantes de un mismo mundo, es decir, nos une el ser no el afán utilitarista.