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Los mensajes del FMI

La visita periódica de una Misión del Fondo Monetario Internacional para evaluar las políticas macroeconómicas del país es un examen anual al que debe someterse Colombia por tener disponible, desde el 2009, una línea de crédito de esa entidad por USD 11.400 millones para ser utilizados en caso de una crisis de balanza de pagos. Es un seguro frente a los choques externos, cuya prima nos cuesta unos USD 35 millones al año.

Como conclusión de esas visitas, la Misión del FMI deja un memorando con opiniones sobre las políticas oficiales y recomendaciones para las autoridades. El informe de este año es interesante por algunas cosas que dice, pero también por otras que deja de decir.

El tono del informe es optimista y reconoce que Colombia es el rey tuerto en un mundo de ciegos, es decir que en un contexto de desaceleración de la economía mundial y latinoaméricana, Colombia creció un modesto 3.3%, pero este es el crecimiento más alto de la región. Para el 2020 pronostica que el PIB aumentará 3.4%.

Coincide la Misión con los analistas que atribuyen la causa de ese dinamismo al empuje de la demanda interna, explicado a su vez por el aumento de las remesas de colombianos en el exterior y por el abundante crédito bancario que ha financiado la inversión empresarial y el consumo de los hogares.

Dos aspectos llaman la atención: primero, el lugar destacado que le da al impacto positivo de la migración venezolana que, a pesar del costo fiscal que implica, aportó 0.25% del PIB el año pasado. Segundo, que ni siquiera mencione los ingresos del narcotráfico como uno de los propulsores de la demanda interna, siguiendo la línea de los análisis oficiales de ignorar los efectos económicos de este flagelo.

Como cualquier banquero que evalúa la capacidad de pago de su cliente, la Misión señala los riesgos y vulnerabilidades de la economía colombiana. El mayor es el desequilibrio externo por el déficit en cuenta corriente de USD 14.000 millones, equivalente a 4.4% del PIB. El informe trata de ser optimista diciendo que el déficit será similar en el 2020, pero que se espera que “continúe financiándose holgadamente mediante una creciente inversión extranjera directa e influjos de portafolio relativamente resilientes, dadas las muy favorables condiciones financieras globales”.

Sin embargo a renglón seguido se contradice pues reconoce que es mayor la vulnerabilidad externa de Colombia por el contexto internacional, donde la guerra comercial, las tensiones políticas en Latinoamérica, o el Coronavirus puedan reducir las fuentes de financiación. Por eso su recomendación más explícita es que el Banco de la República vuelva a comprar divisas para aumentar el nivel de reservas internacionales.

El otro riesgo que señala la Misión es el desequilibrio fiscal por la “insuficiente generación de ingresos tributarios”, pero opina que esto solo requiere ajustes a mediano plazo. Contrasta esta postura acomodaticia con las conclusiones del informe del año pasado donde señalaba que “la Ley de Financiamiento debería impulsar la inversión, pero puede llevar a menores ingresos a medida que entre en efecto la reducción en la carga tributaria para las empresas desde 2020 en adelante”. La modificada Ley de Crecimiento va a disminuir más los ingresos fiscales, pero ese aspecto no se menciona en el informe, aunque si insiste en recomendar una reforma tributaria estructural que elimine los regímenes preferenciales a muchos sectores.