Lo sucedido el pasado cinco de octubre en la vereda Puerto Rico de Tumaco, en donde al menos seis campesinos murieron y una veintena más resultaron heridos, amerita nuestra total condena, rechazo y repudio ante la barbarie atroz cometida en esta apartada región de nuestra costa pacífica nariñense.
Alrededor de estos lamentables sucesos se tejen distintas versiones que tendrán que ser esclarecidas más temprano que tarde por las autoridades correspondientes.
Sean quien sean los autores de esta masacre tendrán que responder ante la justicia por tan despiadado acto.
Dentro de las víctimas mortales se identificó a Jaime Guanga Pai y Alfonso Tairus Guanga, dos indígenas de la comunidad AWÁ, nuestra solidaridad a sus familias, al igual que a las de las demás víctimas de esta tragedia.
El Presidente de la República ha ofrecido una recompensa hasta de 150 millones de pesos por quien suministre información que permita dar con el paradero de los responsables, pero aquí, más que una recompensa, lo que se requiere con urgencia es una verdadera intervención del Estado, una política integral que permita combatir la pobreza, la exclusión, la marginalidad, problemas todos graves que en últimas son los causantes de que nuestros campesinos terminen inmersos en el mundo de lo ilícito que tanto daño le hace a Colombia y al mundo en general.
En Tumaco, una región con gran riqueza, confluyen diversos actores que se disputan la territorialidad de tan estratégica zona, y los factores antes señalados convierten a este puerto del Pacífico colombiano en un caldo de cultivo para los grupos armados ilegales que controlan el negocio del narcotráfico.
Se requiere entonces una intervención urgente del Gobierno en materia de inversión social, en materia de generación de empleo, de fomento del turismo, de la industria de la pesca, en fin, pero para hacerlo realidad, se requiere primero que la seguridad de la región sea la principal garantía, sólo así se podrá recuperar a Tumaco.
En las condiciones actuales ningún turista se arriesgaría a visitar la perla del Pacífico para conocer su riqueza ambiental, turística, gastronómica, etc.
El Estado debe ser sensible en lo económico y social con el campesino, afro e indígena cultivador, y combatir firmemente a los carteles y grupos armados ilegales.
Lo sucedido recientemente en Tumaco es grave, no podemos permitir que se repita en el tiempo, el gobierno nacional y desde luego el regional tienen que articular acciones en conjunto que permitan el renacer de Tumaco, recuperar su seguridad y garantizar que la sustitución de cultivos ilícitos sea exitosa y que las familias campesinas hagan su transición hacia lo lícito, sólo así lograremos superar esa etapa gris que históricamente ha acompañado a los tumaqueños.