¿Cómo describir el 2017?. Yo lo describiría en una palabra: adaptación. Pasamos de grandes y complejos debates sobre quienes y qué ideas deberían liderar parte de nuestro mundo en 2016, y en 2017 tuvimos que adaptarnos a ellas.
Primero, a nivel internacional, Donald Trump llegó a la Casa Blanca con un mensaje claro: cumplir lo prometido en campaña, y aunque el magnate se ha dado cuenta que no es tan fácil como en el mundo empresarial, sus decisiones si marcan un antes y un después en la historia de su país.
Nos ha dejado claro que no es un estadista, no es el defensor del mundo libre, y no atiende a los formalismos de la clase política estadounidense, es ante todo un empresario, que responde a sus propios intereses y a los de aquellos grupos que lo hicieron elegir, y no moderará, ni su lenguaje, ni su forma de comunicarse con sus electores.
Segundo, mientras tanto en Colombia nos adaptamos a una implementación del Acuerdo de paz sumamente compleja, torpedeada, y obstruida por toda clase de desafíos. Un Gobierno cuya forma de hacer política le pasa factura en plena época electoral, que no calculó el oportunismo parlamentario para la aprobación de la estructura jurídica del Acuerdo. Una oposición que busca aprovechar el momento (y que crece cada día, incluso entre aquellos que aprovecharon las mieles del Gobierno Santos por tantos años), sacrificando a quién sea, a las víctimas (de las que tanto dijo querían defender en el pasado), a la oportunidad de cambiar el sistema político (una reforma condenada desde muy temprano al fracaso), y a la opción de un país donde el campesino sea realmente protagonista (hundiendo elementos esenciales como el catastro multipropósito).
Y una violencia, que relacionada con el conflicto ha disminuido sustancialmente, pero que no abandona a los Líderes Sociales, que azota a los campesinos cocaleros, y que ahora atiende a las dinámicas de bandas criminales. Un país con menos guerra, pero no por ello en total paz.
Tercero, una economía golpeada, que atendió a las lógicas impuestas desde gobiernos anteriores, dependiente de las materias primas. Una economía que crecerá mediocremente en 2017, y tendrá que hacer una nueva Reforma Tributaria en el próximo Gobierno.
Y Cuarto, una campaña electoral a la vuelta de la esquina, que cambió la forma como los políticos tranzan con el Estado central, y hoy tiene en plena reorganización a todos partidos. Una mayoría de derecha que se impondría en el Congreso y que por ahora parece en mi opinión, inevitable.
Un año en el que nos adaptamos, para un 2018 con debates más intensos, y decisiones más complejas.
Ñapa: Un saludo para aquellos que me leen desde este año en este espacio. Los mejores deseos para el 2018.