¿Qué les permitió a algunos judíos sobrevivir a los campos de concentración? La motivación, la ilusión, la esperanza…
El lenguaje que circula en las redes y en los medios está lleno, plagado, pandemia lingüística, de la derrota y el apocalipsis anunciando que llegó el final, que esto no sabemos cuándo irá a parar. ¿Es acaso el ser humano la víctima del virus? Estamos ocupando el lugar del miedo, la incapacidad, la parálisis, la impotencia y la indiferencia.
Mi consideración, y por ende reflexión, tiene que ver con el poder que cada sujeto puede desplegar al decir y al nombrar esta situación de una manera distinta. Vamos a construir un pensamiento colectivo, vamos a construir una realidad distinta, esta es una oportunidad para observar la manera en la que podemos hacernos cargo. Basta, detengamos los discursos de angustia. Dicen que no se sabe hasta cuándo nos va a tocar esto. Si nos proponemos a hacer lo que corresponde y a cuidarnos, entonces, podemos promover el final, determinar el final y anunciarlo, anticiparlo. En estas dos próximas semanas el virus descenderá e iniciará su camino de retirada. Los que estaban en los hospitales en cuidados van a salir y no tendremos más retornos… pensar de manera saludable construyendo la realidad. De esta manera la economía, los que viven del diario vivir podrán salir al rebusque y el gobierno expedirá medidas de cuidado y protección.
¡SOMOS LOS LLAMADOS A CONSTRUIR, A INVENTAR, A CREAR! Lo escribo en mayúscula porque quisiera gritarlo a los 4 vientos. Articulemos lo que somos: seres lingüísticos que despliegan su poder. En consecuencia, no estemos en silencio por lo menos en nuestro entorno, construyamos la dignidad de lo humano. Somos lo que decimos, entonces, digamos de lo que estamos hechos, fuerza, seguridad, confianza y la enorme capacidad para hacer retroceder cualquier adversidad, si ayer fue guerra… hoy es virus… plantémonos como guerreros y determinemos el final.