En los momentos de reflexión en los que analizamos el aumento de los cultivos de drogas ilícitas y la continuación de las mismas acciones y protocolos que se han venido realizando por más de treinta años para frenar dichas siembras y por ende el narcotráfico que se nutre del abandono del campesino y de las desgracias del campo, vale la pena pensar en cómo transformar esta situación de manera positiva para que le genere dividendos al país y una mejor calidad de vida a nuestros lugareños.
El mundo de hoy ha cambiado y más todavía con la pandemia del Covid-19. Las prioridades de la geopolítica se transformaron y nos concentramos entonces en el fortalecimiento del campo, en la seguridad alimentaria, en el desarrollo de la ciencia, la investigación y la tecnología, y en particular en combatir el recalentamiento del clima y en proteger el planeta.
Colombia goza de tierras fértiles y de la majestuosidad de sus pisos términos con una geografía imponente que nos permite tener ventajas comparativas; debemos pensar en ello para que, mirando los intereses de nuestra política interior y la exterior generemos políticas públicas de Estado para desarrollar nuestro campo y a la vez apostarle a la paz con su reforma rural integral, combatiendo el flagelo del narcotráfico y desarrollando nuestra investigación científica en diversas plantas medicinales como la Cannabis sativa.
La lucha contra el narcotráfico ha sido un fracaso total, por lo que si generamos un renglón científico sobre la planta de la marihuana podremos desarrollar un sector farmacéutico para algunas enfermedades específicas e incluso para pacientes en estado terminal.
Si el Estado les compra a los campesinos sus siembras de marihuana, estaremos matando de un tiro tres pájaros. Primero, le estaremos quitando el negocio a los narcos, segundo, estaremos generando empleo y recursos a los campesinos y tercero estaremos desarrollando investigación científica médica tanto en medicina alopática como en medicina alternativa.
Es importante mencionar que en países desarrollados la medicina alternativa forma parte del plan del seguro social estatal y es de cubrimiento total. El sistema de salud colombiano no funciona porque no es de calidad y además no responde a las necesidades de las personas vulnerables en particular, ni de los ciudadanos en general, por lo que debe reformarse e introducir alternativas modernas y viables como por ejemplo la biomedicina, u otras clases de medicinas alternativas que científicamente son válidas y han dado resultados.
El pasado 2 de diciembre la Comisión de Estupefacientes de las Naciones Unidas consideró una serie de recomendaciones de la OMS sobre la reclasificación de la planta de marihuana y sus derivados, y votó para quitarla de un listado de narcóticos que compartía con la heroína.
Es decir, este organismo internacional sacó al cannabis medicinal de la lista de drogas más peligrosas y reconoció oficialmente sus propiedades medicinales.
Debemos mirar esta puerta que nos abrió la Comisión de Estupefacientes de las Naciones Unidas para replantear nuestra política interna de lucha contra las drogas para que nos permita ampliar la reforma rural integral y quitarle el negocio a aquellas personas que con su doble moral entorpecen el desarrollo científico, el del campo y la paz del país.