Una reflexión sobre el fenómeno Petro en la política colombiana

Opinión Por

La dirigencia política colombiana no ha querido entender que Gustavo Petro es el más importante agitador político del país. Y que su capacidad de argumentación, que lo convirtió en un galardonado senador, no tiene casi parangón entre los actuales candidatos a la presidencia, muchos de ellos inteligentes, pero sin la habilidad para enfrentar con tranquilidad y éxito el debate público de cara a la ciudadanía.

La casi totalidad de los candidatos presidenciales escogieron a Petro como su único sparring. Grave equivocación. Porque lo pusieron en la mitad de la escena política. Lo convirtieron en el más visible. Y lo han elevado a la categoría de un aspirante viable para ser presidente de Colombia.

Los medios de comunicación, que se han encargado de servir de caja de resonancia de los ataques contra el exalcalde de Bogotá, han registrado un aumento significativo de la preferencia electoral por él. Todas las encuestas lo ponen en los dos primeros renglones de los más opcionados para ocupar el cargo de Presidente en el periodo 2018 – 2022. Y esto genera miedo en algunos sectores sociales.

Esos mismos medios, que intentan potenciar ese miedo con los resultados de las encuestas, se han abstenido de publicar las inmensas manifestaciones que viene encabezando Petro en todas las regiones del país, donde se demuestra que su nombre no sólo sirve para encabezar sondeos de opinión, sino para movilizar masas.

Sobre Petro se dice que fue un pésimo alcalde. ¿Pero para quién? La afirmación hay que ponerla en contexto. Los más destacados periodistas, los políticos más resonantes y los líderes gremiales y empresariales tienen la convicción de que la alcaldía de Gustavo Petro no fue eficaz. Sin embargo, otra cosa piensan los líderes y habitantes del sur de Bogotá, donde se concentran los estratos uno a tres, que recibieron una gran dosis de inversión social y una modernización sin precedentes de la infraestructura física.

En varias regiones del país, la teoría que se esparce en torno a que Petro es la reencarnación de Chávez y que su llegada a la presidencia será sinónimo de la “venezolanización” de Colombia, no tiene el suficiente eco. Una porción muy importante de electores no le está creyendo al discurso derechista del castrochavismo.

Si la derecha quiere derrotar a Petro en las urnas, será necesaria una estrategia distinta a la que se está usando, porque la gente ha empezado a ver a este líder de izquierda como una víctima de la persecución del Establecimiento político y económico. Y la gente tiene una gran inclinación por las víctimas, los perseguidos, los marginados y los oprimidos. Y en el casi específico de Petro, todo esto lo favorece y lo está aprovechando, porque es un político inteligente y pragmático.