Más de tres décadas al servicio de la patria no se improvisan, mucho menos cuando los menesteres se han asumido con osadía y determinación. En efecto, aquella es la realidad que goza el expresidente Uribe, no obstante, debería irse a descansar y a disfrutar de su familia. Ya hizo lo que tenía que hacer y se lo merece.
Colombia en el año 2001 estaba sumida en el caos, el terrorismo de las Farc se encontraba triunfante por la malhadada zona de distensión que les concedió Pastrana, los colombianos estaban secuestrados dentro de sus ciudades, no era posible recorrer el país, las denominadas ‘pescas milagrosas’ eran pan de cada día, las voladuras terroristas a la infraestructura, las extorsiones, los genocidios y los bombazos en hoteles y centros comerciales atemorizaban a una nación entera. No había confianza inversionista para los extranjeros, mucho menos cohesión social, además era imposible hablar de garantías en salud, vivienda y educación porque para ello había que combatir previamente a un terrorismo fortalecido. La situación era, realmente, desalentadora.
Fue allí cuando el discurso de la seguridad democrática caló positivamente entre la mayoría de los colombianos, el entonces candidato presidencial Álvaro Uribe apareció con un discurso alentador que generaba credibilidad y confianza en la ciudadanía, pues aquel se correspondía con las principales necesidades que padecía la población: garantizar seguridad y confianza para crecer económicamente y garantizar los derechos sociales propios de un Estado Social.
Sin más ni más el triunfo de Uribe en la contienda presidencial fue abrumador, y su éxito rotundo le permitió hacerse al poder en primera vuelta. Luego, su primer periodo 2002-2006 estuvo marcado por la lucha vertical contra la criminalidad, la economía iba mejorando, la inversión extranjera indudablemente incrementó, los resultados de su gestión fueron positivos, lo que lo motivó a buscar su reelección. Posteriormente, su segundo periodo 2006-2010 no siendo malo, no fue tan bueno como el primero, pues se presentaron situaciones adversas que comprometieron a su gabinete ministerial, lo cual fue caldo de cultivo para los ataques desenfrenados de la oposición. Hubo errores, deficiencias y desaciertos, no obstante, con algunos altibajos, el trabajo de Uribe seguía siendo alentador, dado que, había confianza dentro de la ciudadanía y plena conquista de las mayorías; las personas valoraban su dedicación y esfuerzo, hasta el punto de solicitar la continuidad de su programa de Gobierno.
Uribe, en pocas palabras, logró cautivar casi a un país entero, y fue por ello que en el 2009 los ciudadanos le pedían una segunda reelección presidencial, la cual, se aprobó en el Congreso, pero detuvo la Corte Constitucional. Fue así como en uno de los errores históricos más grandes de la patria, Álvaro Uribe designó a Juan Manuel Santos como el candidato de su legado, quien, a la postre, desbarató todos y cada uno de los cimientos que lo ayudaron a elegirse. ¡Nefandos ochos años 2010-2018 que vale la pena enterrar!
En medio de la situación Uribe crea su movimiento político, el cual funda para las elecciones legislativas del 2014, obteniendo otro triunfo electoral, al conformar una bancada de más de 35 congresistas. Lo que permitió hacerle contraposición al segundo periodo presidencial del tristemente célebre Juan Manuel Santos. De dicha manera, fue como logró hace unos meses que su congresista estrella, Iván Duque, se convirtiera en presidente de la república. Sin ignorar que en 2014 hubiese sucedido algo semejante si a su candidato, Óscar Iván Zuluaga, no le hubieren robado la contienda electoral con la corruptela de Odebrecht. Tal cual, Santos triunfó por el poder oscuro de la constructora brasileña. Así lo confesó el otrora Senador de la U, preso hasta ahora, Bernardo Elías Vidal, alias ‘el Ñoño Elías’.
En resumidas cuentas, lo antecedente nos demuestra que Uribe es y ha sido en este nuevo siglo el gran elector de Colombia, además de ser en el 2018 uno de los senadores más votados de la historia. Lo que lo convierte en el político más vigoroso de los últimos tiempos, pues su legado aún sigue vigente y su lucha incesante persiste en la mente de todos los colombianos. No nos cabe la menor duda que Uribe es el gran colombiano.
Aunque, creemos que Uribe ya hizo lo que debía hacer, incluso mucho más de la cuenta: fue alcalde, gobernador, senador, presidente dos periodos, fundador de un partido político, nuevamente senador y el impulsor de tres candidatos presidenciales, dos de ellos presidentes, el primero lo traicionó y el segundo está trabajando para subsanar lo que deterioró el anterior. La política tiene ciclos, por ello creemos que más allá de la solicitud del comediante Daniel Samper, lo realmente importante es que, Uribe SÍ merece irse a descansar. Ya ha hecho mucho por el país y los nuevos liderazgos de su partido bien lo pueden a representar.
Presidente Uribe: todos estamos agradecidos con usted- tanto los jóvenes, los adultos y la tercera edad, sin embargo, creemos respetuosamente, ya es hora de que se vaya a descansar.