El título de esta columna no se refiere a las consecuencias del reciente bloqueo de la carretera Cali-Popayán, ni al desencuentro del presidente Duque con la minga indígena después de levantado el bloqueo. La gran vergüenza de la Vía Panamericana en el suroccidente del país es que, a pesar de su gran importancia estratégica para el país, es todavía una carreterita de muy bajas especificaciones. Lo peor de todo es que no hay ni siquiera planes para construir una verdadera autopista de doble calzada.
La Vía Panamericana es la única conexión terrestre de Colombia con el sur del continente, con un alto volumen de tránsito tanto de pasajeros como de carga pues es el paso obligado de buena parte de las mercancías que vendemos a países como Ecuador y Perú. Desde el norte y centro del país hasta Cali se cuenta ya, o están en proceso de construcción con buena parte de los tramos en doble calzada; pero desde allí hacia el sur es una vía con especificaciones del siglo pasado.
Para recorrer hoy los 490 km del trayecto Cali-Rumichaca (en la frontera con el Ecuador) una carro puede demorar más de 10 horas (si no encuentra derrumbes) y un vehículo de transporte de carga el doble o más. Solo los primeros 50 km hasta Santander de Quilichao son de doble calzada, mientras que el resto es una vía de calzada sencilla donde la velocidad promedio no llega a los 50 km/hora.
Dentro del programa de concesiones de carreteras 4G están incluidos solo dos tramos de esta vía: 76 km, de Santander de Quilichao a Popayán y 82 km de Pasto a Rumichaca. Para el trayecto más largo, los 250 km de Popayán a Pasto no hay ningún proyecto de concesión en marcha y continuará siendo el cuello de botella de la vía, con el descenso al cañón del río Patía. Para colmo de males, de los dos tramos concesionados desde hace casi 4 años, el primero no ha podido comenzar y el segundo tiene un avance de menos del 8% de las obras.
Es totalmente desproporcionada la poca participación que tiene este trayecto de la Panamericana dentro del programa de concesiones 4G. En efecto, este contempla la construcción de 8.500 Km de carreteras con una inversión cercana a los $45 billones, lo que significa que las nuevas vías en la ruta Cali-Rumichaca serán solo el 2% del total construido. Como referencia cabe recordar que en las Autopistas de la Prosperidad en Antioquia se están construyendo 1200 km, es decir el 15% del total, y en la región Caribe 1.500 km, el 18% del total.
La nula prioridad que le han dado todos lo gobiernos a este corredor vial contrasta con la importancia que tienen Ecuador y Perú en nuestro comercio exterior. Con ventas de mercancías distintas a combustibles por valor de USD 1.600 millones, Ecuador es el segundo destino de estas exportaciones colombianas, superado tan solo por Estados Unidos. Perú con USD 950 millones es el cuarto destino. Y buena parte de estas exportaciones se hacen por vía terrestre con los sobrecostos de las malas carreteras.
La vergüenza de los colombianos es pasar el puente internacional de Rumichaca y entrar al sistema de carreteras del Ecuador, frente a las cuales las vía Panamericana del antaño “coloso del norte” parecen casi una trocha.