Uno de los grandes logros del siglo XX y en lo personal el logro más grande de la civilización humana fue el Estado de Bienestar, que se construyó en las naciones de Europa Occidental como una contrapuesta al Socialismo Soviético, un estado que podría ser la utopía del economista francés León Walras y como él mismo se definía “desde el punto de vista científico, yo soy socialista […] en cuanto a mi punto de vista político, yo soy enteramente liberal” León Walras (1886); Estudio de economía Social. Y antes de que se pare en la cabeza mi apreciado lector que puede estar contaminado con el mal del dogmatismo Posmoderno, me permito contarle que León Walras economista francés, es uno de los padres fundadores de escuela pensamiento Neoclásico de la economía hoy vulgarmente conocida y tergiversada como neoliberalismo, por eso le pido a mis lectores que se den la libertad de leer este humilde planteamiento sobre el Estado de Bienestar en épocas de COVID.
El Estado de Bienestar sería la versión moderna del planteamiento de Jeremy Bentham “la mayor felicidad para el mayor número” idea sobre la cual se fundó Colombia, y que reza en nuestra historia como el general Fráncico de Paula Santander sobre 1832 desde el inicio de su presidencia constituía un sistema de educación pública con cobertura universal, lamentablemente las reformas conservadoras que vinieron posterior al fin de su gobierno, desmotaron y destruyeron su legado atrasando a Colombia un poco más de un siglo.
El Estado de Bienestar, un sistema que se basa en la democracia y las libertades políticas y civiles de los ciudadanos, (porque sin libertad no hay felicidad, no hay bienestar) pero con un estado con sistema económico organizado para dotar de las condiciones de vida básicas y dignas a todo ser humano, solo por el hecho de ser humano, busca que tengamos el derecho de gozar de oportunidades y de vivir una vida digna.
Lamentablemente el Estado de Bienestar ha sido desmontado gradual y paulatinamente desde la década de los 80 en el mundo occidental, pero como Colombia suele ser el que llega tarde a todas las fiestas, y solemos ir en contra-corriente al mundo, la constitución del 91 nos ha permitido tener un remedo mal hecho de un Estado de Bienestar, un remedo porque unos gobiernos lo han fortalecido, mientras que los nefastos gobiernos de finales de los 90 y comienzos del nuevo milenio lo han desmontado, mientras en la primera década de este siglo se le daba otro impulso. Como resultado de esta ambivalencia tenemos un Estado de Bienestar a medias.
Además, tuvo que llegar una epidemia tan agresiva como el COVID para permitirnos volver la mirada hacía el tema social y la importancia del Estado Bienestar, y si no se hubiera desmontado este logro de la sociedad Occidental hoy gozaríamos con un sistema Sanitario más robusto, con mayor capacidad de atención, y no tendríamos que estar sufriendo y preocupados por sistemas de salud precarizado y desfinanciado.
Como dijo el presidente francés Emmanuel Macron “Lo que ha revelado esta pandemia es que la salud gratuita, nuestro estado de bienestar, no son costos o cargas, sino bienes preciosos”.
Por eso las lecciones se tienen que aprender, y esta lección nos va a costar cientos de miles de muertos, un incalculable sufrimiento humano que recae sobre el peso de las familias que tienen que sepultar a sus muertos. nosotros elegimos el desmonte del bienestar, elegimos gobiernos que desfinanciaron la ciencia y la educación atrasando el desarrollo médico, elegimos gobiernos que desfinanciaron el sistema de salud durante décadas hasta llevarlo a su mínima capacidad. Una lección que nos va a costar sangre y sufrimiento humano.
Ahora tenemos que apelar al juramento hipocrático, a los sentimientos de sacrificio y heroísmo del cuerpo médico para que realicen su trabajo, porque como sociedad somos incapaces de garantizarles un trabajo seguro, como sociedad somos incapaces de proveer de implementos de bioseguridad necesarios para que puedan atender esta epidemia.
El filósofo ingles George Berkeley definía la suerte “como la conjunción de la casualidad y la capacidad”, si una de las dos falta lo que llamamos suerte no existe; la casualidad de la aparición de un virus llamado COVID que se juntó con una pésima capacidad sanitaria que durante décadas construimos, nos tiene metidos en este estado de emergencia, cavamos nuestra tumba y ahora lloramos por estar en ella.
Este es el momento de hacer un alto y reflexionar sobre lo que ha pasado, y lo que ha de venir, las casualidades de la historia siempre van a suceder, son impredecibles, lo único que sabemos es que es cuestión de tiempo para que la aleatoriedad del universo se manifieste y estas lleguen, pero depende de nosotros construir las capacidades para que las tragedias no nos afecten y podamos aprovechar la fortuna que cursa nuestro camino.
Si aprendemos esta lección y nos damos la oportunidad de repensar el Estado de Bienestar, de reconstruirlo, estaremos dando el regalo y logro más grande de civilización a nuestros hijos, nietos o biznietos para que nunca mas tengan que preocuparse de las penurias materiales y puedan liberar toda su creatividad, su inventiva y su emprendimiento para construir sociedades mas humanas y prosperas que las que tenemos.
Este es un llamado para volver esta desgracia en la oportunidad de revivir el Estado de Bienestar, que nos pudo haber salvado o permitido afrontar en mejor manera esta epidemia que hoy nos aqueja.