Se ha venido planteando por algunos sectores, contra toda evidencia, que en las próximas elecciones presidenciales las posiciones de centro no tienen posibilidades políticas; creo que se está pensando más con el deseo y eso en política es desastroso.
En toda sociedad, normalmente tiende a haber una franja amplia de votantes que se sitúan entre el centro-derecha, pasando por el centro, hasta el centro-izquierda de la política. Por supuesto que igualmente hay un segmento de votantes que se sitúan en la derecha y otros en la izquierda política. Pero, a no ser que haya una coyuntura de polarización social y política muy profunda, los votantes de la franja del centro son determinantes en el debate para conformar mayorías.
Lo anterior se asocia a la idea que solamente las posiciones políticas radicales y agresivas causan mayor impacto favorable entre los votantes –puede que tengan eco en algún segmento de las redes sociales, pero eso no se puede identificar con mayorías-. La gran equivocación es suponer que las posturas políticas de centro son difusas, tibias, indefinidas o vacilantes, lo cual no es cierto. El centro político puede y debe tener posiciones claras frente a los diversos problemas nacionales, pero se deben caracterizar por el contenido de realismo; el centro político debe tener un programa de gobierno alrededor del cual no solo se convoque el apoyo de los electores, sino a partir del cual se pueden conformar coaliciones para conformar un plan de gobierno.
Hoy día un programa político de centro debe partir del compromiso efectivo con la implementación del Acuerdo de Paz con las antiguas FARC, lo que implica, entre otras cosas, avanzar en políticas de construcción de paz en función de los territorios más golpeados por la violencia y que corresponden a los llamados municipios PEDET, avanzar en los temas de asignación de tierras y del desarrollo del catastro multipropósito, mejorar la calidad de la democracia promoviendo la reforma política-electoral y demás aspectos contemplados en el mismo; igualmente comprometerse en avances para adoptar la renta mínima universal –ya sea a mantenerla si se llegara a aprobar en este Gobierno, sino a implantarla-, tener a la educación como una de las políticas centrales a favor de la equidad y la igualdad de oportunidades; promover y realizar una universalización de la conectividad, asumiendo el Estado el subsidio del costo en los estratos más desfavorecidos y por supuesto políticas de estímulo del empleo y de apoyo a la formalización en los sectores de amplia informalidad y políticas de enfoque diferencial, reconociendo las diferencias de distinto tipo como algo normal y positivo en la sociedad. Por supuesto una política exterior que deje de ser una simple apéndice de la política del Departamento de Estado norteamericano, manteniendo con USA una relación respetuosa y digna.
También es fundamental modificar la estructura tributaria de manera que efectivamente los que más tienen y más ganan sean los que más tributen, avanzando hacia una universalización de la tributación; igualmente mantener y fortalecer empresas estatales como Ecopetrol como eje del grupo empresarial estatal.
Como vemos, una propuesta política de centro puede tener un conjunto de iniciativas que le propongan al país una reorientación de las políticas públicas y en esa medida la posibilidad de avanzar en el escenario de recuperación de la sociedad y la economía, obviamente teniendo referentes fundamentales como los objetivos del desarrollo sostenible para sustentar las políticas públicas y no sólo estimular las ganancias de unos pocos empresarios privados.
Hay que darle un timonazo a las estrategias de desarrollo y eso lo puede liderar una propuesta política de centro.