Utilizo a manera de simil estas letras del cancionero popular para significar lo que le sucedió al Partido liberal hoy.
Se llevaron a cabo las honras funebres del partido liberal en una convención virtual, realizada así no tanto por aquello de librarse del contagio del coronavirus, sino porque los deudos, la plutocracia liberal, temerosos y con reato de conciencia no quisieron que en pleno velorio apareciera la muchedumbre liberal a renovarlos y a reclamarles por la muerte del partido que en su agonía les clamaba para que no lo dejaran fallecer. De nada valieron los ruegos, ni el merito de haber representado a los humildes, ni de ser garantista de los derechos sociales, ni haber dejado la sangre de sus valientes hombres y mujeres en las plazas públicas y calles de la patria , quienes cayeron defendiendo sus principios de libertad y igualdad. Hicieron caso omiso al oxígeno y nuevos aires que reclamaba, solo pedían participación para hacerlo más grande y escoger a los mejores, reclamaban pócimas de democracia para sentir representadas sus angustias y sus anhelos pero no fue posible.
Su padecimiento fue doloroso, prolongado y poco a poco se fue extinguiendo. Hoy anunciaron al mesías que lo resucitará cual Lázaro en dos años, pero por sus antecedentes, gestos, actitudes y convivencia con el poder contrario al ideario liberal, que ordenó votar por los enemigos de la paz y la convivencia, por quienes persiguieron al liberalismo durante más de 8 años y lo arrancaron del poder, por quien se rodeó de sectores excluyentes de la colectividad, por quien le dio la espalda a las bases y sectores sociales, más bien parece que le encomendaron fue vestirle al partido el altar del sepulcro.
Destacable las voces de jóvenes parlamentarios liberales que se atrevieron a denunciar la manguala y pidieron convención presencial. No los escucharon pero estoy seguro que fueron certeros en el reclamo y hay mucho trecho por recorrer defendiendo las ideas liberales y si dentro del partido no es posible, es hora de levar anclas y buscar una embarcación con buenos tripulantes que nos conduzca a puerto seguro donde podamos en libertad blandir las banderas de su ideario.