Por estos días en que se concerta el aumento del salario mínimo para el próximo año y que tendrá incidencia en el bolsillo de millones de trabajadores colombianos que obtienen su sustento de esa asignación salarial, fuimos sorprendidos por la mezquina propuesta de los empresarios e industriales agrupados en el Consejo Gremial.
Cuando esperábamos una propuesta algo generosa, pues el empresariado lo que propone es un reajuste del 2%, lo que significaría un aumento de $17.556, es decir, $585 diarios, eso es una burla a la clase obrera y una bofetada para los trabajadores colombianos que son quienes ponen a rodar el aparato productivo.
Por su parte, las centrales obreras, plantearon un reajuste salarial de 13,9%, equivalente a un millón 200 mil pesos, ya incluido el básico, más el subsidio de transporte, una propuesta sin duda, más justa, equitativa y que ayudaría a dinamizar mucho más la lánguida economía nacional, tan golpeada por la actual crisis por cuenta de la pandemia.
El gobierno nacional y quienes dominan el país, empresarios, bancos, sector financiero etc, pretenden hacer el ajuste para enfrentar las consecuencias graves de la pandemia en materia de desempleo, de desigualdad, de crisis en general, por cuenta de los trabajadores, bajando sus salarios, eliminando sus primas, eliminado las horas de trabajo, pretenden precarizar mediante contratos por horas y con ellos ajustar hacia abajo sus salarios y sus prestaciones sociales.
Por otro lado, está ofreciendo una reforma tributaria para ampliar la base, es decir, para involucrar a muchos más colombianos y especialmente afectar las rentas laborales, se escucha que va haber reajuste de IVA, especialmente en contra o para cargar y afectar la canasta familiar que no se había tocado por ningún gobierno y también está pretendiendo que definitivamente no se toquen temas como costos financieros de los bancos, que no se pongan impuestos a los ricos, como impuesto al patrimonio, que sí debe operar en tiempos de crisis para quienes tengan capitales superiores a $3.500.000.000.oo líquidos, no pretenden tocar esos temas y está pretendiendo bajar el impuesto a la renta de las empresas o ya lo bajo en la anterior reforma tributaria y conservar esos privilegios y conservar un esquema de beneficios tributarios a los empresarios nacionales y extranjeros como haberle quitado el IVA a las importaciones de bienes de capital, está pretendiendo un ajuste para enfrentar la crisis que los paguen los pobres y los trabajadores.
El gobierno deja ver una vez más sus claras intenciones de seguir favoreciendo a toda costa al gran empresariado, a los industriales y a los ricos de este país, en detrimento de la economía de millones de familias colombianas que subsisten con un escaso salario mínimo, los que tienen empleo, que no son la mayoría.
Y es que, según cifras del propio DANE, de 14 millones 243 mil hogares colombianos, 6 millones 223 mil tienen ingresos de un salario mínimo o menos. Esto representa más del 43 por ciento de los hogares colombianos.
Si nos ponemos en los zapatos de las familias que devengan un salario mínimo o incluso menos, pues vemos que están en serios aprietos económicos, pues de ese valor, tienen que suplir gastos de vivienda o arriendos, alimentación, transporte, educación, es decir, que no les quedaría nada para gastos adicionales como vestuario o recreación familiar y esa penosa situación el gran empresariado poco la entiende, no existe esa sinergia por parte de los ricos de éste país con los trabajadores colombianos que son quienes, con su fuerza laboral, ponen a marchar sus empresas.
Ahora bien, somos conscientes del difícil momento que atraviesa no sólo Colombia, sino el mundo entero por la actual crisis de la covid-19, como se dice en el argot popular, «el palo no está para cucharas», pero sí se podría hacer un esfuerzo, que representaría dinamizar la economía, es decir, sin salario no hay demanda y sin demanda, las empresas no invierten para producir más.
Las empresas necesitan nivelar costos, pero también necesitan quien compre sus productos y si hay poco dinero circulante, pues muy pocos serán quienes logren comprar sus productos.
De todas formas, la situación es compleja, porque ningún sector quiere «aflojar» en sus propuestas y si no se logra un consenso, pues será el gobierno nacional quien entre a terciar en el asunto y fijar por decreto el nuevo salario mínimo, tal como sucede casi todos los años y sí eso ocurre esta vez, pues ya sabemos de qué lado está el gobierno.
Que entre el diablo y escoja y que Dios proteja a los millones de trabajadores colombianos.