Varios facilitadores de paz, entre ellos el sacrificado colega Jesús Antonio Bejarano, han dicho que los amigos de la paz negociada no nos podemos dar el lujo de ser pesimistas. Y hago este recorderis para explicar, porque a pesar de las actuales circunstancias, insista en esta columna en exhortar tanto al Gobierno del Presidente Duque como al ELN, a que se den una nueva posibilidad de un esfuerzo para negociar la terminación del conflicto armado.
Por supuesto que las condiciones no son favorables. Pero es necesario recordar que la paz no se hace con los amigos –normalmente con ellos no hay enfrentamientos armados-; la paz se hace con los que se consideran enemigos o adversarios irreconciliables. Por ello el que se trate de un Gobierno que muchos consideran de centro-derecha, y que el ELN sea una organización guerrillera que muchos consideran como terrorista, eso no puede ser obstáculo para intentar construir un escenario de conversaciones. Recordemos que fue durante el Gobierno del expresidente Álvaro Uribe cuando el Gobierno y el ELN adelantaron un proceso de conversaciones de cerca de dos años en Cuba –incluido algo inédito, como lo fue el viaje con aprobación del Gobierno, de Antonio García a Casa de Paz en Medellín por una semana, donde adelantó contactos con diversos sectores de la sociedad colombiana- y se llegó a un ‘Borrador del Acuerdo Base’, pero desafortunadamente estas conversaciones se malograron por factores externos –especialmente las tensiones entre los gobiernos de Colombia y Venezuela de ese momento-. Lo que quiero resaltar es que un Gobierno considerado por muchos como de derecha, como el del expresidente Álvaro Uribe, adelantó estas conversaciones en Cuba y además no existían conversaciones con las FARC en ese momento.
En el actual Gobierno y su entorno político, existen muchas personas que han tenido contactos con el ELN y conocen a esta insurgencia; empezando por el Alto Comisionado para la Paz, el doctor Ceballos que desde la Comisión de Conciliación Nacional trabajó en estos temas, al igual que el actual embajador en Washington quien fue de los asistentes a la reunión de Maguncia con el ELN, el embajador en la Santa Sede, el doctor Jorge Mario Eastman, que igualmente estuvo liderando acercamientos con esta organización, el doctor Camilo Gómez, jefe de la Oficina de Defensa Jurídica del Estado y quien fue igualmente Alto Comisionado de Paz y por supuesto el fallecido doctor Carlos Holmes Trujillo, quien también fue Alto Comisionado de Paz y por supuesto el propio expresidente Álvaro Uribe, quien dirigió y orientó las conversaciones con el ELN durante su Gobierno. Es decir, hay suficiente conocimiento del tema en el entorno del Gobierno.
Adicionalmente, existen una serie de entidades e instituciones con toda la disposición para contribuir como un ‘tercero’ en la posibilidad de esos eventuales acercamientos. Desde la Iglesia Católica –incluyendo, seguramente, el propio Estado Vaticano-, Naciones Unidas con su Misión en Colombia, pasando por la Comisión Facilitadora Civil para los acercamiento entre Gobierno-ELN, el Centro de Pensamiento y Seguimiento al Diálogo de Paz de la Universidad Nacional, y otras organizaciones de la sociedad civil con la disposición de cumplir estos roles; sin desconocer el importante grupo de países que estarían dispuestos a colaborar.
Obviamente, no se trata de reanudar unas conversaciones suspendidas, sino de retomar desde el inicio las mismas –desafortunadamente en Colombia las políticas de paz son de gobierno y no hay que equivocarse-; pero esos aspectos acerca de qué tipo de condiciones, de agenda, de sitio de las conversaciones y de dinámica de las mismas, los definirán las dos partes cuando tomen la decisión, que ojala fuera pronto de reanudar esos diálogos.