En un mundo globalizado e interdependiente las relaciones internacionales, y la diplomacia como una herramienta de la política exterior de un país, son temas a tener en cuenta en el momento de posicionar al Estado en el escenario mundial, y como un mecanismo para desarrollar los aspectos fundamentales de las políticas públicas del plan de gobierno.
Cada vez los países se enfrentan a nuevos desafíos y aumentan su sensibilidad frente a este dinamismo mundial, y es a través de la política exterior como los países manejan las distintas problemáticas.
Podríamos decir que la política exterior debe ir dirigida no solamente a ser la herramienta citada, sino que debe mirar y desarrollar el análisis regional y mundial para desplegar estrategias que le permitan al Estado posicionarse, resolver sus temas prioritarios y estar a la vanguardia de sus socios estratégicos dando respuesta a los temas importantes de su agenda tanto nacional como internacional y a la vez alinearlas.
Tanto la política exterior como la interna, la diplomacia y la agenda mundial guardan una relación de conectividad única y deben trabajar a la par para la obtención de buenos resultados.
En este sentido, se requiere que Colombia reconstruya su política exterior y sobre todo que exista una cohesión entre lo que dice y hace en el escenario internacional y lo que aplica a nivel interno.
No podemos hablar de cuidar el medio ambiente y combatir el recalentamiento global cuando no se aprueba el acuerdo de Escazú, ni se muestran resultados reales en estas materias.
No es coherente hablar de fortalecimiento de la democracia cuando la gobernabilidad es débil.
Tampoco podemos hablar del respeto a los Derechos Humanos y la implementación de los acuerdos de paz, cuando se continúan con las masacres, las desapariciones forzadas, los desplazamientos, el abandono del campo, y no se obtienen resultados esperados en la implementación de los acuerdos, como tampoco se aprobó la jurisdicción agraria por parte del Congreso de la República.
Cómo hablar de buena vecindad y de integración regional cuando no se tienen buenas relaciones con algunos de los países vecinos.
Cómo hablar de cooperación con los socios estratégicos cuando no se cumple con la totalidad de los acuerdos en algunas materias.
Cómo pedir el respeto al derecho internacional público cuando Colombia interviene en los procesos electorales de otros países.
Y, como si fuera poco, cómo pensar en diversificar nuestras relaciones estratégicas si regresamos al réspice polum. No hay coherencia, y eso no solo nos hace perder credibilidad sino que nos retorna a una diplomacia del contexto de la guerra fría.