Es interesante ver como un estado africano tuvo gran influencia en la subida de los precios de los metales preciosos en las bolsas internacionales cuando se conoció el pasado 6 de septiembre el golpe de estado realizado por el coronel Mamady Doumbouya al presidente Alpha Condé.
El presidente Condé llevaba en el poder desde el 2010 y tomo el control de una junta militar que había gobernado desde 2008. Las elecciones presidenciales de 2010 fueron las primeras en los 52 años de historia independiente de la república. El derrocado presidente reformo recientemente la constitución en busca de asegurar su tercer mandato en el mes de agosto de 2020.
Para los que miran al África como un continente poco desarrollado y con una gran miseria sin darse cuenta de la inequidad social en la que vive Colombia que es mayor, quiero contar a mis lectores que la economía de Guinea se basa además de la agricultura, en grandes reservas de minerales entre los que se destacan la de bauxita que representa un tercio del total de la producción mundial; el hierro que se considera que posee 1,8 billones de toneladas métricas, grandes depósitos de oro y diamantes y cantidades aún no determinadas de uranio.
Todo lo anterior, ocasionó que ante la noticia de la retención del presidente Condé por el “Comité Nacional de la Agrupación y el Desarrollo grupo de militares que lidero el alzamiento, ocasionó el aumento de los precios de los metales antes mencionados en las bolsas internacionales.
Conde fue considerado en su momento como la esperanza de ese país por su moderación, inteligencia y ecuanimidad pero lastimosamente se dejó contagiar por la ambición del poder, convirtiéndose en un presidente igual a otros de la región, olvidándose de la necesidad de desarrollar su país y de darle a su pueblo una mejor calidad de vida con inversión social.
El poder enceguece y su jugada de quedarse en él, cambiando la constitución para consolidar su tercer mandato fue lo que desato este golpe de estado que hoy lo tiene fuera de la institucionalidad.
Este hecho ha servido para que otros presidentes no solamente africanos sino de otros continentes se den cuenta de que no se puede gobernar con el garrote, el engaño y empobreciendo a su pueblo.
Los partidos políticos deben trabajar para ganar credibilidad y plantear programas de gobierno acordes con las circunstancias internas de sus países, y con los derroteros del actual orden internacional.
Ni las dictaduras ni los populismos son la solución para un país, solo una democracia fuerte con gobernabilidad permitirá la cohesión social y el desarrollo, y afianzará la paz en los Estados.
La lección que nos deja Guinea es recordarles a los líderes que el poder no es para perpetuarse y que ellos tienen una gran responsabilidad en los acontecimientos de sus naciones.
De otra parte, no podemos seguir ignorando equivocadamente al África como un continente sin importancia y sin influencia geopolítica. Eso es ignorar su grandeza, su historia, su cultura y su riqueza, además de su importancia en el escenario internacional.