Otra dimensión adquirió el realismo mágico, sorprendiendo más, saliéndose de la literatura y la pintura, para mostrar realidades a partir de odiseas humanas que convierten impensables en realidades.
En Azerbaiyán, país no tan grande en extensión, pero sí gigante en crecimiento como nación, han logrado emblemáticos éxitos en la reconstrucción para darle vida a territorios que fueron devastados a través de tres décadas de la ocupación armenia que -aplicando la nefasta política de “tierra arrasada”- casi desaparecen cualquier vestigio de civilización en el veinte por ciento del país caucásico.
Cuando hay voluntad política no hay imposibles para que un país avance y se fortalezca; pude que el mundo de hoy escasee tanto ese interés manifiesto en los gobiernos, al punto de parecer, ensueños… pero el gobierno azerbaiyano demostró con hechos que ¡sí se puede!
Ilham Aliyev, el presidente de Azerbaiyán, dio órdenes precisas que repercutieron en la concepción y puesta en marcha de estrategias efectivas.
Tras librar una cruenta guerra que duro 44 días -del 27 de septiembre al 10 de noviembre del 2020- impostergable y necesaria para liberar al país de los soldados ocupantes armenios, pues Armenia nunca quiso aceptar cuatro resoluciones (822, 853, 874, 884) del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que exigían la retirada total e incondicional de las fuerzas de ocupación de los territorios azerbaiyanos- se logró liberar vastas regiones de Azerbaiyán.
Después los azerbaiyanos se enfrascaron en la peligrosísima tarea de desenterrar casi medio millón de minas antipersonales plantadas por los armenios ofuscados en sus pretensiones de hacer invivibles los territorios. Ejemplo elocuente es la ciudad de Agdam, tristemente llamada la Hiroshima del Cáucaso (por lo arrasada que la dejaron) donde fueron encontradas más de noventa mil artefactos explosivos y todavía siguen apareciendo.
Mientras se desmina, en Azerbaiyán se enfrentan al desafío de reconstruirse los territorios liberados; donde emergen pueblos y ciudades “inteligentes”: urbes modernas interconectadas a través de muchas nuevas carreteras, ferrocarriles, aeropuertos internacionales.
Impresionante que construyeran el aeropuerto de Fuzuli en tan solo 8 meses, que echaron a andar mientras avanzan en otros dos (como el de Zangilan) que estrenaran pronto.
Monumental está siendo el desarrollo ferroviario que conectará a las regiones de Horadiz-Zangilan-Aghband.
Las áreas liberadas han sido declaradas zonas de energía verde, con gran potencial de energía renovable.
La central hidroeléctrica de Gulabird en el distrito de Lachin se recostruyó muy rápido y decenas de centrales hidroeléctricas se hacen en los distritos de Lachin y Kalbajar, otras en Khudafarin y Qiz Qalasi, para generarse 240 mw en los territorios liberados.
Buscándose un enfoque integral de la restauración y el desarrollo de los territorios liberados, se acciona en fases donde se abordan cuestiones de gobernanza, seguridad e infraestructura, el funcionamiento de los servicios sociales, la reestructuración y el desarrollo económico.
Destacable la creciente presencia del empresariado internacional apoyando la reconstrucción en Azerbaiyán; varias compañias de Turquía, Israel, Italia están colaborando, y muy pronto empresas colombianas también podrán participar.
La férrea disciplina azerbaiyana hace que se avance en la reconstrucción, invirtiéndose muchísimos recursos estatales, aliando a sectores públicos y privados, resultando exitosos logros.
Loable que ya en los territorios liberados centenares de niños han retomado clases estrenado escuelas.
Los trabajos reconstructivos andan a full y en pleno apogeo, a la par de hacérsele entender a Armenia la importancia de que respeten las fronteras azerbaiyanas y lo vital que devendría una real reconciliación para la paz en la región.
Azerbaiyán no es enemigo del pueblo armenio; bien elocuente es que la población migrante de Armenia que viven en el Karabaj azerbaiyano y en el resto del país siempre han sido tratados con mucho respeto asegurándoseles una convivencia pacífica.
Importantísimo que Armenia acepte respetar la integridad territorial de Azerbaiyán y que el gobierno armenio sea capaz de parar las agresiones a los azerbaiyanos.
La reconstrucción de Azerbaiyán y la defensa de su soberanía, en pos de paz, es un proceso irreversible, imparable, pues los azerbaiyanos saben hacer que las cosas funcionen.