En el siglo XIX cada Constitución apostaba por reflejar el pensamiento y trataban de reproducir cada una la lógica de los vencedores pues se proclamaba una nueva luego de cada guerra civil. La de 1863 se da en medio de un ambiente de optimismo en el país y será reconocida como la Constitución más liberal de nuestra historia, una constitución cargada de libertades individuales y colectivas, de reconocimientos y de fortalecimiento de los territorios a través del federalismo de los Estados Unidos de Colombia. Esa Constitución de Rionegro dejará cimentados los pilares de lo que será, no solo la Constitución del 91, sino además el actual sistema políticos y social de Colombia.
El liberalismo trasciende las fronteras de lo político, no es meramente una estructura administrativa, un sistema electoral o un mecanismo de participación política. El liberalismo es una forma de vida, una convicción personal para servir a los demás, una expresión de nuestro pensamiento más profundo y un mecanismo de trabajo y de lucha frente a la desigualdad, la inequidad y contra la mezquindad de los sistemas económicos y políticos de tendencias extremistas. Todo lo anterior, se ha visto reflejado, a su manera y dependiendo de la interpretación de cada momento en el país, en las constituciones del 91 y del 63. Es por ello que como liberal de convicción y vocación, más que como miembro del partido, celebro profundamente los 26 años de la promulgación de nuestra Constitución Política de 1991.
A la Constitución del 91 le debemos ser un Estado Social de Derecho, con claras referencias a las libertades y derechos fundamentales de una población que se reconoce en su diversidad y en su pluriculturalidad, esa tal vez es la mayor diferencia de esta constitución con sus antecesoras, que reconoce la diversidad de nuestro pueblo, la heterogeneidad de toda índole y que algunos sectores sociales y políticos de Colombia se resisten a aceptar, allí están centrados nuestros esfuerzos a la hora de defender nuestra carta magna, en defender la diferencia. Son 26 años en los cuales todos los demócratas hemos estado comprometidos en implementarla, darla a conocer y obviamente respetarla y aplicarla, es tan rica nuestra constitución que aún hoy, no hemos terminado de implementarla a cabalidad en la cotidianidad de nuestra sociedad.
Esta es una casualidad positiva y de resaltar, la Constitución del 91 surge a partir de una concertación de partidos políticos y fuerzas sociales de todos los sectores de pensamiento, pero también surgió como iniciativa luego de la desmovilización de la guerrilla del M19 y que se convirtió en un mecanismo de implementación de dichos acuerdos de negociación, pero además, se supuso un cambio fundamental en la institucionalidad del país, como efectivamente ha sido. Hoy que celebramos sus 26 años, lo hacemos en medio del optimismo y la alegría de la dejación de armas de la guerrilla de las Farc que ve positivamente nuestra actual constitución, por lo que no se creyó necesario cambiarla por otra, pues la actual cumple con los preceptos humanos y políticos fundamentales que permiten hacer de éste un país mejor. A celebrar la libertad, la igualdad, la equidad y la vida que nos garantiza nuestra Constitución del 91.