El país de las oportunidades es una apuesta al talento, potencial creativo y capital humano de los colombianos. Si hay algo que nos caracteriza, es nuestro potencial de trabajo, recursividad, ingenio y creatividad. Por ello, en la región, tradicionalmente nos llevamos los primeros lugares en actitud positiva y asumir riesgos de innovación y creación de empresas. Hablemos del emprendimiento: una forma de vida apasionada, que con una visión global busca transformarlo con ímpetu y determinación, y que hoy, necesita una mano para crecer. El emprendimiento en Colombia ha sido subvalorado y ha estado lleno de obstáculos, que necesitamos superar si queremos generar una forma alternativa de desarrollo sostenible para el país.
Creo firmemente que el emprendimiento debe ser una política de desarrollo y no una política social. Sé que es controversial, pero es necesario que la visión de crecimiento no solamente incluya una perspectiva de generación de ingresos, sino apoyo a un sinnúmero de jóvenes apasionados que están abriéndose camino y generando una opción de crecimiento para nuestro país. Por eso, el primer reto que debemos asumir como Estado, es el de brindar herramientas para que los emprendedores adopten estructuras empresariales organizadas que les permitan no solo formalizarse como empresa de acuerdo con la normatividad vigente, sino invertir en innovación y expansión de su negocio.
La sostenibilidad financiera es otro reto sobre el que debemos abrir la discusión en Colombia. La carga impositiva de los nuevos emprendedores y las prácticas económicas inviables, como la de grandes empresas de las cuales dependen muchos emprendedores que realizan el pago de facturas en más de 90 días, dificulta la subsistencia en el mercado y los lleva a transitar por un «valle de la muerte», en el que pocos sobreviven.
En mi próxima columna abordaré otros retos que enfrenta el sector, por ahora, quiero reiterar que, si hay alguna fuente de crecimiento social y económico en el país, no es la dependencia del café, del carbón o del petróleo. ¡Es la gente! ¡Su talento! ¡Nuestro capital humano! De eso sí tenemos mucho y no se nos va a acabar.