Mucho se ha hablado sobre la crisis del partido liberal, que está debatiendo cómo elegir su candidato a la Presidencia. Sin embargo, lo que está en juego es mucho más importante que la supervivencia de un partido político. Es la defensa del liberalismo. La defensa de un sistema de ideas que cree profundamente en la capacidad de los seres humanos para ejercer responsablemente su libertad para elegir.
Elegir, entre otras, quién debe ser el candidato a la Presidencia. Si el partido liberal pretende ser fiel a su nombre, deben ser todos los ciudadanos, y no los dirigentes del partido quienes tomen esa decisión.
Los hechos de esta semana dejan claro que Humberto de la Calle prefiere que sean las directivas del partido quienes elijan al candidato presidencial en lugar de que sea la ciudadanía. En diversos escenarios ha manifestado que aún no sabe si aspirar a la Presidencia por firmas, o a través de una consulta interna en el partido, y que su decisión depende de la manera como el partido decida elegir al candidato.
Por eso quiero hoy escribir con firmeza y claridad sobre las razones por las que creo que una consulta popular abierta a todos los ciudadanos en las elecciones parlamentarias de 2018 es el mejor mecanismo para elegir al candidato a la Presidencia de la República, que después pueda hacer alianzas con fuerzas afines al ideario liberal.
Un escenario distinto, bien sea una decisión de las directivas o una “consulta interna” del partido de manera apresurada y sin debate en noviembre no sólo es contraria a los principios más básicos del liberalismo, sino que no dará buenos resultados. La última experiencia que tuvo el Partido designó a Rafael Pardo en 2009 y fue un desastre. Pardo solo llegó a primera vuelta y obtuvo una votación inferior a los 640.000 votos, poniendo en riesgo la personería jurídica de la colectividad.
La experiencia del Partido Verde, en cambio, muestra las ventajas de la consulta abierta a los ciudadanos al tiempo con las elecciones parlamentarias, logrando un buen resultado electoral que los llevó a la segunda vuelta.
Sumado a esto, quitarle a la consulta el tiempo que necesita para el intercambio de ideas y la realización de debates entre precandidatos es un error. De la Calle propuso hacer una encuesta o sondeo, sin debate de argumentos, lo que le impide al partido generar espacios para construir una propuesta programática sólida con la gente. No perdamos de vista que el liberalismo es más grande que el partido liberal. Las convicciones fuertes respecto del ideario liberal y no las transacciones complacientes al interior del partido llevaron a que 39 candidatos liberales hayan llegado a la Presidencia. ¡Recordemos eso!