El partido liberal debe hacer la consulta popular abierta en el mes de noviembre, para elegir a su candidato único a la presidencia de la República o de lo contrario está condenado a quedar al margen de la carrera por el “solio de Bolívar” y ser un segundón en este proceso.
En el liberalismo hay consenso en torno a que la mejor forma de seleccionar a su candidato a la Presidencia es a través de una consulta popular abierta, en donde pueda participar cualquier ciudadano colombiano. La encrucijada está en definir la fecha, tenemos dos posibilidades, la primera realizar la consulta el 19 de noviembre tal como lo definió el Consejo Nacional Electoral o el 11 marzo, mismo día de las elecciones al Congreso. A continuación las razones:
Quienes defienden la consulta liberal en marzo dicen que es lo más conveniente en tanto al coincidir con las elecciones parlamentarias, se garantizaría una gran votación, por el flujo garantizado de electores que se movilizan a votar por sus candidatos a Senado y Cámara, y que esto impulsaría la candidatura del vencedor. El problema practico es que siendo esta la última fecha para hacer consultas, el Partido Liberal no podría posteriormente participar en una consulta con otros partidos afines, para elegir a un único aspirante que represente una coalición amplia de sectores progresistas, que permita elegir un candidato comprometido con la paz (y las reformas que implica en lo rural, en la construcción de Estado en lo territorial) y con la defensa de un estado laico (que implica el respeto a las minorías y a la libertad de cultos), para hacer frente a German Vargas Lleras y al Centro Democrático.
O como plantea algunos líderes del Partido, que los precandidatos liberales se midan ese día en una consulta multipartidista junto a los candidatos únicos de otras colectividades como el Polo o el Partido Verde o movimientos ciudadanos como el que lidera Sergio Fajardo. Esto constituye un suicidio político, pues de seguro si el Partido Liberal llega con más de un precandidato, y de esta forma de divide la votación de nuestra colectividad, se garantiza la derrota del liberalismo. Esta propuesta es una apuesta que deja al partido sin chances reales de liderar dicha coalición, nos condena a priori, a ser un segundón en el proceso electoral. Tenga en cuenta apreciado lector, que ya todos los partidos han comenzado a definir sus candidatos ¿puede el liberalismo darse el lujo de llegar rezagado a esta difícil carrera, cuando ya todas las otras colectividades comenzaron?
Por otro lado, quienes defienden la consulta liberal en noviembre, creen que es lo más conveniente, y me matriculo con esta opción, pues le permitiría al candidato de la colectividad comenzar a recorrer el país y crecer en las encuestas, adicional a que le daría el suficiente margen de tiempo para tender puentes programáticos y electorales con partidos y movimientos afines, para llegar a marzo, en calidad de candidato único, a medirse en una consulta multipartidista que le permita al candidato del “trapo rojo” competir con opción real de triunfo, para así liderar una coalición socialdemócrata, que garantice la implementación de los acuerdos de paz, y que derrote al candidato de los “coscorrones” y al “al que ponga Uribe”.
Las próximas elecciones se pueden resumir en la frase “coalición o catástrofe”. Al respecto, la semana pasada, el Centro Nacional de Consultoría construyó un modelo que simula la distribución de los votantes en el espectro ideológico y realiza las siguientes proyecciones electorales (pueden verlo en el siguiente link: http://www.semana.com/nacion/articulo/elecciones-2018-alianzas-seran-definitivas/541424). La coalición de los sectores que lideraron el NO en el plebiscito, conformada por el Centro Democrático, sectores del Partido Conservador, y personajes como Marta Lucía Ramírez y Alejandro Ordoñez, según este modelo obtendría aprox. 4.827.501 votos y la coalición de los sectores que lideraron el SÍ en el plebiscito, conformada por el Partido Liberal, los Verdes, el Polo Democrático, y sectores independientes como el de Sergio Fajardo, según este modelo obtendría aprox. 4.497.816 votos. Si este escenario se cumple, el más perjudicado es German Vargas Lleras, quien “como el llanero solitario” y por más maquinaria que lo acompañe, quedara relegado a un tercer lugar, eliminado de la competencia por la Presidencia.
Planteo una hipótesis, cuya veracidad o falsedad quedara en evidencia tras las elecciones presidenciales en mayo del 2018. El anterior escenario de coaliciones lo saben en Cambio Radical, por ello tratan de generar las condiciones para boicotear al liberalismo, llevándolo a una consulta en marzo, a sabiendas que inviabilizarían a su candidato e impedirían que la coalición de los del SÍ se consolide, esta es la única forma en que Vargas Lleras tendría asegurado su puesto en segunda vuelta, para competir junto al Uribismo por la jefatura del Estado. Este es el peor mundo para los que creemos con convicción en la paz y sus reformas, pues entre el del “coscorrón” y el “que ponga Uribe”…que entre el diablo y escoja.