Han pasado casi dos semanas desde la visita del Papa Francisco a nuestro país y aún repasamos sus discursos, sus actos litúrgicos y aquellos emotivos encuentros con distintas personas que seguramente vieron marcadas sus vidas a partir del encuentro con el sumo pontífice. Uno de esos encuentros, quizá no el más visible pero sí de una enorme trascendencia por lo que supone para nuestra región, fue con el Gobernador de Antioquia en el aeropuerto municipal; allí, el Dr. Luis Pérez Gutiérrez le pidió de manera sentida al Papa: «¡Salvemos al campesino!, el ser humano más vulnerable de Colombia”.
Muchos de los que conocimos esta petición nos alegramos por el valor tan importante que les damos a los campesinos en el contexto del desarrollo de país desde las regiones, lo cual está ligado al escenario del posconflicto y a la consolidación de la paz. En este sentido, la paz se concreta cuando las personas aprovechan -sin restricción coactiva- los recursos y potencialidades propias del territorio que habitan y en ello el campesino tiene un protagonismo principal porque así se constituye en un actor del desarrollo territorial.
Esta mirada del desarrollo tiene que ver con que los ciudadanos no se vean obligados a que su economía dependa de la producción de bienes y servicios distintos a los que son característicos de su región. El desafío en esta perspectiva esta en recuperar la vocación productiva de cada territorio, porque esto tiene una relación directa con las costumbres y la cultura.
Ahora bien, para que el campesino vea satisfechas sus expectativas como persona, pero además como trabajador, debe ver resueltas sus necesidades. La resolución de necesidades implica el mejoramiento de la infraestructura vial, el acceso a la tecnología, el poder gozar de una vivienda digna, la cualificación de la mano de obra, el aprovechamiento del suelo, entre otros mecanismos que le permitan al campesino acceder al bienestar en condiciones óptimas.
Si desde el Gobierno Nacional, el Departamental, el órgano legislativo, las asambleas departamentales y los concejos municipales, logramos formular, diseñar e implementar las políticas públicas idóneas que incorporen estos temas en las agendas de desarrollo regional, podremos contribuir para que ¡Salvemos al Campesino!